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Empresas estadounidenses ante las protestas: ¿solidaridad o relaciones públicas?

Tras la muerte de George Floyd, muchas empresas estadounidenses se solidarizan con los manifestantes. Algunas lo hacen en serio; otras caen en la trampa de las relaciones públicas. Sabrina Kessler, desde Nueva York.

Deutsche Welle

Jueves 4 de junio de 2020

Las protestas por la muerte de George Floyd a manos de policías no amainan. A mediados de semana, miles de personas volvieron a salir a las calles en Estados Unidos, para manifestarse contra la brutalidad policial y el racismo. No son solo particulares los que alzan su voz. También muchas empresas estadounidenses se solidarizan con los manifestantes.

"El racismo es la raíz de tanto dolor y fealdad en nuestra sociedad", escribió Mark Mason, jefe de finanzas del Citi Group, en el blog de la empresa. Es uno de los pocos afroamericanos que han logrado llegar a la cúpula de una empresa global. Solo tres de las 500 mayores empresas estadounidenses son dirigidas por afroamericanos, según Boston Consulting. También Kenneth Frazier es uno de ellos. Desde hace nueve años dirige los negocios del gigante farmacéutico Merk. "Nuestra sociedad está más dividida que nunca", dijo en una entrevista concedida a la CNBC.

Mason y Frazier no son los únicos empresarios estadounidenses que han tomado la palabra desde la muerte de Floyd. Aparte de la cadena Starbucks, la administradora Blackrock, el fabricante de artículos deportivos Nike y el banco JP Morgan, también el consorco Disney, considerado conservador, se cuenta entre los que respaldan las protestas. "Estamos junto a nuestros trabajadores negros, los escritores, artistas y toda la comunidad negra", comunicó la empresa. "Debemos unirnos y alzar nuestra voz".

Cuando Twitter viste de negro

También Reebok, Twitter y Netflix toman posición. Twitter cambió el azul de su logo por el color negro, bajo la consigna #blacklivesmatter. Netflix escribió: "Guardar silencio significa ser cómplice". Reebok, por su parte, apeló directamente a su clientela. "No los exhortamos a comprar nuestros zapatos. Los exhortamos a ponerse en los zapatos de otros", señaló en Twitter.

 

A las innumerables expresiones de solidaridad han seguido medidas internas en muchos lugares. Por ejemplo la aplicación Grindr para establecer contactos, quitó el filtro por color de piel. General Motors se ha comprometido a formar hasta fines de este trimestre un Consejo de Inclusión, con empleados y personas ajenas a la empresa. Y en Universal Music, un grupo interno ha de detectar puntos débiles que fomenten la desigualdad en la empresa.

Hay razones para que tantas empresas estadounidenses intervengan en la discusión sobre el racismo, señala Wendy Melillo, profesora de periodismo, quien lleva años investigando el tema de la comunicación estratégica. Alzarse contra las injusticias no solo favorece la imagen de las empresas, sino que muchos clientes esperan que las firmas tengan responsabilidad social.

Estrategia empresarial

"Estamos viendo un cambio importante en la sociedad estadounidense", afirma Melillo, refiriéndose principalmente a los consumidores más jóvenes. Gran parte de los manifestantes son jóvenes, con un gran anhelo de justicia social. Empresas como Kellogg's o Apple publican por eso desde hace años, aparte de sus balances, informes sobre responsabilidad empresarial.

Sin embargo, no siempre los presuntos afanes solidarios de las empresas tienen un efecto positivo. Virgil Abloh, jefe de Louis Vuitton, donó solo 50 dólares a una organización contra el racismo, y cosechó muchas críticas.

¿Pagar para liberarse de responsabilidad?

Muchas empresas, en cambio, abren sus billeteras. El Banc of America, por ejemplo, anunció el martes que se propone destinar, en los próximos cuatro años, 1000 millones de dólares para brindar a los afroamericanos un mayor acceso a la salud, a mejores empleos y a viviendas. Mark Zuckerberg prometió 10 millones de dólares a organizaciones que luchan contra la discriminación racial.

Keni Thacker, quien con su red 100 Roses from Concrete trabaja en pro de los intereses de afroamericanos en el campo de la publicidad y las relaciones públicas, piensa, sin embargo, que muchos de los grandes consorcios intentan, en forma oportunista, subirse a la ola de la indignación y sacar provecho. Afirma que el racismo está presente desde hace siglos en Estados Unidos y que ni todo el dinero del mundo ha podido cambiar algo.

Indica que una mirada a los directorios de este mundo basta para mostrar cuán hipócrita es la discusión. En vez de obrar proactivamente, las empresas estadounidenses solo reaccionan. Y, a su juicio, eso las hace corresponsables de la situación actual.