Un tribunal francés dictaminó el jueves que un gallo llamado Maurice puede seguir cantando al amanecer pese a las quejas de los vecinos, en un caso que los medios franceses han presentado como una batalla entre el viejo estilo de la vida rural y los valores modernos provenientes de la ciudad.
Una de las dueñas de Maurice, Corinne Fesseau, dijo a Reuters que la corte de Rochefort, en el oeste de Francia, rechazó una demanda de los vecinos para que se silenciara al gallo.
“Hoy Maurice ha ganado una batalla por toda Francia”, afirmó Fesseau.
Maurice, de 4 años, vive en una pequeña isla frente a la costa atlántica de Francia. Su canto irritó a un vecino, Jean-Louis Biron, que viene de la ciudad y compró una segunda casa al lado de la propiedad de los dueños de Maurice. Biron llevó el caso a la justicia.
El caso de Maurice subraya las tensiones de décadas en Francia alrededor de los habitantes de las ciudades que compran casas de veraneo en el campo sin estar preparados para lidiar con las realidades de la vida rural, como el ruido de los animales, los olores o los insectos.
Se han presentado casos judiciales similares contra vacas y campanas de iglesias en Francia, pero ninguno con el mismo impacto emotivo que Maurice el gallo, que ha recibido cartas de apoyo de lugares tan lejanos como Estados Unidos.