El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ordenó a la policía detener a todos quienes no utilicen correctamente la mascarillas por las calles del país, medida para enfrentar el brote de coronavirus que vive la nación.
La decisión fue anunciada por el propio mandatario tras una reunión del grupo de trabajo asociado al virus.
Duterte indicó que los policías deben mostrarse intratables con las personas que llevan mal la máscara pese a que el ministro de Justicia y el jefe de la policía instaron a los agentes a imponer multas o servicios comunitarios a los infractores, en lugar de detenerlos.
Aplicación de vacuna no aprobada
Por otro lado, durante la misma jornada, Duterte debió pedir disculpas públicas por haberse aplicado la vacuna china Sinopharm, que aún no cuenta con el visto bueno de las autoridades sanitarias filipinas, y ordenó la retirada de la donación de mil dosis de la misma por parte de China.
"Lamentamos el asunto por el que se nos critica, aceptamos la responsabilidad. Lo sentimos, tienes razón, estamos equivocados", señaló el mandatario en un discurso televisado la noche del miércoles, en un inusual tono de disculpa.
Duterte fue inoculado el pasado lunes en directo por la televisión con la vacuna Sinopharm, que no ha recibido la autorización para uso de emergencia por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, en inglés).
El mandatario señaló que su alocución que ya ha pedido formalmente al embajador chino en Manila que retiren la donación de unas mil vacunas de Sinopharm y que no envíen más dosis hasta que no tengan la aprobación de la FDA.
No obstante, se justificó diciendo que el uso del tratamiento estaría permitido en Filipinas bajo "un permiso de uso compasivo que la hace legal" y que fue su médico quien le recomendó tomarla, ya que se está usando con buenos resultados en otros países como Brasil.
"Lo que me administraron fue una decisión de mi médico y, al fin y al cabo, ésta es mi vida", zanjó el presidente.