Los iraníes eligen este viernes un nuevo presidente, instados por el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, a asistir en masa a las urnas para desacreditar las sugerencias de Estados Unidos de que la elección sería injusta.
La elección presidencial no significará un cambio profundo en las relaciones entre Irán con Occidente, pero podría traer una moderación del estilo antagónico adoptado por el presidente saliente, Mahmoud Ahmadineyad.
Las potencias mundiales que discuten con Irán sobre su programa nuclear están buscando señales de un reajuste de su postura de negociación, después de ocho años de intransigencia bajo Ahmadineyad.
Votando en la capital Teherán, Jamenei pidió a los iraníes que voten en masa y rechazó de las dudas occidentales acerca de la credibilidad de las elecciones.
"Hace poco me enteré de que alguien en el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos dijo 'no aceptamos estas elecciones en Irán'", sostuvo. "No nos importa en lo más mínimo", añadió.
El 24 de mayo, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, puso en duda la credibilidad de las elecciones, criticando a la descalificación de candidatos y acusando a Teherán de interrumpir el acceso a Internet.
El Consejo de Guardianes de Irán, el organismo estatal que aprueba a todos los candidatos, excluyó a un número de aspirantes de la boleta electoral, entre ellos el ex presidente Akbar Hashemi Rafsanjani, quien es visto como favorable a la reforma.
Los iraníes pueden elegir entre una lista de seis candidatos, todos los cuales fueron aprobados para competir por el Consejo de Guardianes y que son considerados de corte ultraconservador.
"Lo importante es que todo el mundo participe", dijo Jamenei. "Nuestra querida nación debe venir a votar con entusiasmo y alegría, y saber que el destino del país está en sus manos y que la felicidad del país depende de ellos."