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Disturbios dejan más de policías heridos durante incidentes en Belfast

"La violencia de la pasada noche y los ataques contra oficiales de policía fueron vergonzosos", dijo la ministra británica para Irlanda del Norte, Theresa Villiers.

Erwin Acevedo

Sábado 10 de agosto de 2013

Cincuenta y seis agentes de policía y dos civiles resultaron heridos en unas protestas en el centro de Belfast, dijeron el sábado las autoridades, tras el último estallido de violencia surgido por las tensiones entre protestantes y católicos.

Muchas de las heridas eran leves, pero cuatro agentes fueron trasladados al hospital tras los enfrentamientos a última hora del viernes, durante los cuales la policía disparó balas de goma y cañones de agua después de ser atacada con proyectiles por segunda noche consecutiva.

Belfast sigue dividida entre los protestantes probritánicos y los católicos, que generalmente están a favor de la unificación con Irlanda, a pesar del acuerdo de poder compartido de 1998 que puso fin a los peores de los llamados "problemas" en la provincia británica.

"La violencia de la pasada noche y los ataques contra oficiales de policía fueron vergonzosos", dijo la ministra británica para Irlanda del Norte, Theresa Villiers, en un comunicado.

"El desorden en las calles es un paso atrás enormemente lamentable".

Los manifestantes se oponían a una marcha el viernes por la tarde en la vía principal de la ciudad - Royal Avenue - de la facción nacionalista de la comunidad, y cuando la policía acudió para despejar la protesta los manifestantes arrojaron ladrillos, botellas y bengalas.

Coches quemados y basura ensuciaban el centro de Belfast y las fachadas de las tiendas estaban dañadas.

La marcha católica, que marcaba el aniversario de la introducción por parte de las autoridades británicas en 1971 de internamientos sin juicio, finalmente tuvo que transcurrir por una ruta distinta.

Hace 42 años, los soldados entraron en distritos católicos y arrestaron a más de 340 personas en momentos en que el gobierno británico trataba de detener la violencia creciente del Ejército Republicano Irlandés (IRA), a favor de extinguir la autoridad desde Londres.

En total, más de 3.600 personas murieron en un conflicto que comenzó a finales de los años 60, entre ellos más de 1.000 miembros de las fuerzas de seguridad británicas. Más de 36.000 resultaron heridas.