Nathan, nació como Nanci Verhelst, y para transformase debió someterse a una operación de cambio de sexo.
Lamentablemente, la operación no lo dejó contento, causándole un “sufrimiento psicológico insoportable”.
Ante esto, tomó una drástica decisión y, a través del método de la “eutanasia”, decidió terminar con su vida.
“Mis pechos y mi pene no me convencen. No quiero ser un monstruo”, explicó la triste mujer a la prensa belga, reproduce The Telegraph.
El médico tratante de la mujer autorizó la muerte de Vershelt acreditando que el paciente se encontraba en un momento de “increíble padecimiento” , por lo que reunía las condiciones exigidas por la ley de Bélgica para practicar la eutanasia.
El caso reabrió los cuestionamientos a la ley de muerte asistida de ese país, donde las estadísticas muestran una tendencia creciente de esta práctica. Sólo en el año 2012, se produjeron más de 1.400 casos, un 25% más que el año anterior.