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Detrás de la red

Expertos de Unicef y la PDI explican en profundidad el perfil de sus integrantes y el daño que se les hace a las víctimas.

Elkjaer Lobos

Viernes 23 de noviembre de 2012

En los últimos días se han revelado una serie de antecedentes que han rodeado la presunta red de explotación sexual que funcionaba con algunos menores de edad.

Si bien sabemos quiénes son los 16 imputados en el marco de la "Operación Heidi", se desconoce qué hay detrás de una organización como esta.

La encargada del Área de Protección Infantil de la Unicef, Soledad Larraín, y la psicóloga forense de la Jefatura Nacional contra la Familia de la Policía de Investigaciones, Margarita Rojo, entregaron a 24horas.cl antecedentes de este tipo de organizaciones.

LA ORGANIZACIÓN

En todo tipo de agrupación hay líderes. En el caso de estas redes, "los cabecillas tienen rasgos psicopáticos", ya que - según Rojo- "planifican y organizan todo para obtener el poder".

En otro nivel se encuentra quienes recolectan a las potenciales trabajadoras sexuales. Para ello, estas personas hacen un estudio de las víctimas y las convencen utilizando a otros menores que son parte de las redes.

"La precariedad económica, emocional y social que tienen estos niños son factores para elegirlos. Esa precariedad puede ser la situación de calle, consumo de drogas o niños que fueron víctimas de abusos. Ellos se aprovechan de la manipulación emocional o económica de las víctimas", dice Rojo.

De acuerdo a la Unicef, un 75% de los abusos a menores en Chile son en contra de niñas. Mientras que un 10.8% de las niñas y niños del sector socioeconómico bajo han sido víctimas de estos actos.

 

Sin embargo, la encargada de Protección Infantil de la Unicef, Soledad Larraín, sostiene que también hay redes en sectores pudientes de la sociedad.

"Hay redes en distintos sectores sociales. Las redes en los sectores altos se manejan con mucho más cuidado, especialmente en su organización que evita que uno pueda conocer sus características", afirma.

MODUS OPERANDI

Al respecto, la psicóloga de la PDI sostiene que el principal elemento de seducción es el dinero y el afecto.

"Los niños pueden ser seducidos con dinero porque tienen una carencia de vestimenta,  hambre y de vivienda ", aunque también- agrega la experta- hay un juego de sentimientos hacia los niños.

"En las familias hay un abandono emocional. En las casas de las víctimas no hay cariño y existe ausencia de afectividad (...) Los menores se pueden enamorar de quienes los explotan y, por ello, los integrantes de la red le hacen creer a los niños que los quieren", agrega.

Lo anterior, sostiene la funcionaria de Unicef, "hace que (las víctimas) vean el comercio sexual como una estrategia de sobrevivencia, además de sentirse protegidos por los propios proxenetas".

Por este motivo, resulta difícil que denuncien el hecho. Esto especialmente porque se les paga por ser explotados sexualmente.

Es que "la víctima no se percibe como víctima porque existe una pseudo-voluntariedad, hay un pago de por medio y ellos piensan que han accedido a hacer voluntariamente estas conductas", señala Rojos.

"Ellos podrían sentirse culpables al denunciar lo ocurrido y al ver que sus jefes (de la red) están en la cárcel. Tampoco perciben como ayuda a la entidad que le va prestar protección como las policías o la fiscalía", indica.

Las víctimas se "se sienten responsables y los controladores saben que los pueden manejar desde lo emocional", dice la experta.

LOS CLIENTES: EL OTRO GRAN DAÑO

Si los dueños y colaboradores de estas redes afectan a las víctimas, la otra parte la hacen los mal llamados clientes. Según Rojo, estos personajes tienen rasgos "psicopáticos y presentan una ausencia de empatía al ver lo que le sucede a los niños".

"Hay una frialdad emocional frente a su actuar, especialmente en algunos que son sádicos porque le hacen daño física y psicológicamente a las víctimas", afirma.

También -dice la experta-  entre los clientes se encuentran quienes son voyeuristas y no hacen daño físico a la víctima, sino que se dedican a mirarlos.

LA RECUPERACIÓN PSICOLÓGICA

Con todo estos hechos, es difícil poder ayuda psicológicamente a los menores que trabajaron en estas redes. Según Margarita Rojo, este proceso puede tardar años debido que los menores ven con malos ojos a quienes les auxilian.

"Ellos no ven la reparación psicológica como algo que les va ayudar. Algunas veces nos encontramos con que existe una identificación con el agresor", indica.

Por ello, "a los niños hay que hacerlos sentir que no se les está utilizando. De esa manera, comienzan a sentir la reparación emocional", concluye Rojo.