Su vida depende de unas baterías y se las robaron. Al primer paciente al que le fue instalado un corazón artificial en Chile le sustrajeron las baterías de su máquina cardiológica. Mientras no las recupere ni siquiera podrá seguir con sus controles médicos.
Había ido a preguntar por el vencimiento de su cédula de identidad en San Felipe y dejó un bolso junto a las baterías.
“Cada batería me dura cuatro horas. Ahora me quedaron tres, que son dos con los dispositivos. Ojalá las devuelvan. Que las dejen en una Iglesia, Hospital o en Carabineros”, pide.
Cada batería tiene un costo aproximado de un millón 500 mil pesos y su diseño es específicamente compatible con los circuitos que reemplazan la función cardíaca hasta que sea trasplantado.
En agosto de 2013 Luis Osorio fue operado en Valparaíso para esperar en mejores condiciones de salud previo a un trasplante.
Sin embargo, desde la empresa “Heart Ware” de corazón artificial aseguran que “ya aportamos un set de baterías al hospital para que ellos puedan hacérselas llegar al paciente.
“En este momento están prestadas. Es una situación fortuita”, dice Eduardo Ávalos.