Es una historia dramática. Postergados, olvidados, en el absoluto abandono. Así es como vive una treintena de niños en el terminal de buses de Talca. Sumidos en la miseria, duermen en la calle y abusas diariamente del consumo de drogas con un peligroso compuesto para limpiar carburadores.
“No podemos dejar las drogas”. En un inhóspito galpón se protegen de la lluvia, restos de intestino son los únicos alimentos que poseen, ya que el dinero lo prefieren guardar para alimentar su adicción consistida en un solvente para limpiar carburadores de automóviles.
Para este grupo de niños José Muñoz, sociólogo, es lo más cercano a un familiar. La única figura adulta a la que respetan.
“Nos da cariño, nos ayuda. Es como un amigo”, cuentan.
Hace años que dejaron sus casas y transformaron a la calle como su principal aliado. Diversas historias de estos menores, algunos fugados del Sename.
“Es un tema muy delicado”, reconoce Hugo Veloso, intendente de la región del Maule.