"Aún no encontramos la razón de que habiendo modificado totalmente la avenida Pajaritos, no efectuaron el cambio de los cables de electricidad y telefonía en forma subterránea, habiendo muchos de ellos en desuso".
Esa fue la carta que la secretaria de la Junta de Adelanto de Maipú, Rosa Sepúlveda, envió en noviembre de 2011 a la entonces Intendente de la Región Metropolitana, Cecilia Pérez.
La misiva daba cuenta de un serio problema: el desorden silencioso de cables que había evidenciado el terremoto de 2010.
Para algunos, "escombro aéreo". Para otros, cables en desuso, simplemente. Lo cierto es que el tema provoca problemas de contaminación visual e, incluso, afecta a la seguridad. Las cámaras con las que Carabineros puede identificar rostros de delincuentes o las patentes de los vehículos que infringen la ley ven obstaculizada su panorámica por este cableado que no sirve para nada.
Por eso, en mayo de 2012 la Intendencia recibió la carta e invitó a los vecinos a una mesa de trabajo con las empresas de telecomunicaciones.
Semanas después, empezaron los trabajos de limpieza de cables en desuso. "Se sacan 100 a 150 kilos diarios", afirma un trabajador de estas cuadrillas que trabajan dos veces en la semana sacando estos conductores que, paradójicamente, no conducen hacia ninguna parte.
La situación también ocurre en Valdivia y en Los Andes.
"Si los municipios toman la iniciativa y llaman a las empresas, la solución es más rápida", sostiene el ministro de Transportes y Telecomunicaciones, Pedro Pablo Errázuriz.
No obstante, desde Chilectra, que tiene postes en 33 comunas, se pide "que exista un reglamento de apoyos que delimite las responsabilidades que tienen ambas partes. Lo hemos pedido en innumerables ocasiones".
Desde la compañía, afirman que soterrar o colocar cables bajo tierra es siete veces más caro que llevarlos por aire". Sin embargo, la Subtel pretendería hacer una inversión con ese objetivo en diez años más.
La crónica es de Mariela Aravena.