El Superclásico, que enfrentó este domingo a los dos clubes con más títulos del país -Universidad de Chile y Colo-Colo- dejó más asuntos pendientes que el simple resultado que, esta vez, se escribió con tinta azul.
Son los hinchas los que más sufren, animando desde las gradas a los colores que, en muchas ocasiones, también han apasionado a sus padres y abuelos.
En esta crónica, se puede ver cómo familias con distintas pasiones viven este clásico.
Desde la vereda universitaria, los Droguett comparten cábalas que aparecen distantes de la práctica futbolística, pero que alimentan la esperanza de un triunfo en esta jornada donde se juega más que un simple duelo de balompié.
Desde la parcela popular, Oliver Torres y su hijo, Martín, realizan todos los rituales posibles antes de asistir a ver al cuadro de sus amores.
Cual camarín, sus viviendas son los reductos desde los cuales se arengan para salir a apoyar a azules y blancos. Sin embargo, en una muestra de civilidad, demuestran que la rivalidad puede desarrollarse de manera amistosa, tal como se esperaría de toda contienda que se precie de deportiva.
Todos los detalles y la emoción del clásico tras bambalinas están en la crónica de Cristóbal Osorio.