Muchos de quienes se benefician de su minería, solamente están pensando en abandonarla pronto.
Es la contradicción de la ciudad de Antofagasta, más conocida como la perla del norte, un sector patrimonial y de ofertas laborales.
Pero más allá de los halagos y atractivos, Antofagasta es una ciudad que no logra seducir a sus visitantes, quienes pronto se marchan. Por este motivo sus habitantes y residentes buscan encantar más allá de la riqueza que deja el cobre y la temporada estival.
Es el caso de Luis Núñez San Martín, un artista plástico que intenta construir una nueva imagen de Antofagasta, retratando costumbres típicas de la ciudad en muros olvidados y desapercibidos. Con su obra pretende que "haya un arraigo local, que la gente quiera el lugar donde vive".
Por otra parte, desde uno de los sectores más vulnerables de la ciudad, Arturo Soto, creó una escuela de bodyboard. Con ello busca que niños y jóvenes en riesgo social, aprendan de la mano del deporte, valores y disciplina.
"Siempre nos han puesto en nuestro ADN, que Antofagasta es una ciudad de trabajo. Queremos que Antofagasta sea reconocida también turísticamente" afirma su alcaldesa, Karen Rojo, sobre la ciudad que genera riquezas hacia el exterior, pero que poco deja para sí misma.
Es Antofagasta, una ciudad marcada por el progreso que deja el cobre, la alta demanda turística, los estigmas de la migración y el racismo, y la vulnerabilidad social.
Una ciudad que a través de sus habitantes busca hacer sobresalir sus virtudes por sobre otros sus defectos y volver a relucir como la perla del norte.
Foto: reproducción/TVN.