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El desconocido lado sensible de uno de los dinosaurios más feroces del planeta

¿Quién se hubiese imaginado que esta fiera voraz de dientes afilados tenía un hocico tan sensible como la piel de nuestras manos? Y, según científicos, lo usaba para acariciar a su paraje y asegurar sus posibilidades de reproducción

BBC Mundo

Viernes 31 de marzo de 2017

Inmortalizado en el cine como una de las bestias más feroces que habitó el planeta, el Tiranosaurio rex reveló tener también un costado sensible.

Este carnívoro de seis metros de altura que dominó la Tierra durante el Crectácico tardío, hace unos 75 millones de años, tenía un hocico tan sensible al tacto como la piel de las manos humanas, según concluyó una investigación publicada en la revista Scientific Reports.

Esta sensibilidad le permitía explorar su entorno, construir refugios y recoger con precisión y delicadeza a sus crías, pero también cumplía una función clave en el juego amoroso entre el macho y la hembra.

"Durante el cortejo, los tiranosaurios se habrían frotado esta zona sensible como parte vital del juego preliminar a la cópula", explican los autores estadounidenses del estudio.

La sensibilidad aseguraría el éxito de su reproducción.

El secreto está en el trigémino

El descubrimiento de este rasgo fue posible gracias al hallazgo de un nuevo miembro de la familia de los tiranosaurios: el Daspletosaurus horneri encontrado en Montana, Estados Unidos.

El D horneri fue hallado en Montanta, EE.UU.

Este dinosaurio, un poco más pequeño que su primo T rex, vivió hace cerca de 74 millones de años.

Los restos fosilizados en excelente estado de conservación de este animal fueron clave para descubrir la hipersensibilidad del hocico de los dinosaurios.

Según los investigadores, éste y otros dinosaurios -incluido el T rex - carecían de labios y tenían en la cara una suerte de máscara cubierta de escamas planas que a modo de armadura protegían el hocico y las mandíbulas.

Por debajo de esta máscara estaba el hocico, penetrado por una compleja red sensorial basada en un nervio craneal (trigémino), que le confería a esta zona del cuerpo una capacidad sensorial extraordinaria.

Este nervio funciona como un sexto sentido en una variedad de mamíferos, reptiles y aves.

A los ornitorrincos por ejemplo les permite identificar a sus depredadores, a las aves migratorias las ayuda a detectar campos magnéticos mientras que a los cocodrilos les sirve para detectar las vibraciones en el agua.