Click acá para ir directamente al contenido

El infierno de sufrir dolor de cara

Algunos lo describen como "suicida". La neuralgia del trigésimo es una enfermedad muy difícil de diagnosticar y que empeora con el tiempo. Este es el testimonio de Ann Eastman.

24Horas.cl TVN

Lunes 18 de noviembre de 2013

Que te extraigan un diente es una cosa. Que lo hagan debido a un error en el diagnóstico, es otra completamente distinta.

Esto fue lo que le pasó a Ann Eastman, quien sufre una enfermedad rara que causa un dolor insoportable -y que con frecuencia se confunde con el dolor muelas-, producido por un daño en los nervios de la cara.

En su peor momento, la neuralgia del trigémino -en su caso desde la sien hasta la mandíbula del lado derecho de la cara- afectó seriamente su vida.

"Sencillamente gritaba y gritaba, el dolor era increíble. Mi esposo me decía '¡baja la voz!, los vecinos van a llamar a la policía'".

Ahora, mirando atrás, Ann se ríe, pero cuando experimentó esa abrumadora primera experiencia, quedó petrificada.

A la profesora Joanna Zakrzewska, conocida por sus pacientes como profesora Zak, esta historia no le resulta extraña: son muchos los pacientes aterrados, con frecuencia víctimas de errores de diagnóstico, que han acudido a ella en un terrible e incesante dolor.

En su clínica en el hospital dental Eastman de Londres no sólo atiende a los desesperados pacientes, sino que lleva una pequeña investigación sobre esta enfermedad tan poco conocida.

Búsqueda desesperada

Ann tiene 71 años. La edad promedio en que empieza la neuralgia del trigémino es entre los 50 y 60 años, pero también puede afectar a adolescentes e incluso a niños.

El dolor que experimentó Ann Eastman fue tan agudo que su esposo temió que los vecinos llamaran a la policía.

El nervio del trigémino, que se encuentra en cada lado de la cara, es responsable de las sensaciones, así como de movimientos como morder y masticar. Se cree que en la medida que envejecemos, los vasos sanguíneos cercanos lo pueden aplastar.

"La compresión del nervio ocasiona que la vaina de mielina -la cubierta protectora de distintos tipos de nervios- se desgaste", explica la profesora Zak. "Y como consecuencia se produce una diafonía entre las hebras de los nervios que transmiten 'toques ligeros' y los que transmiten el dolor agudo".

Lo primero que hizo Ann Eastman fue visitar a su dentista. "Él me pidió que fuera de inmediato, me miró, tomó rayos X y dijo que realmente no veía nada, pero que tenía una corona y que la retiraría en caso de que algo estuviera sucediendo debajo de ella".

Días después, el dolor continuaba y Ann regresó a su odontólogo, que le sugirió acudir a otro especialista con un microscopio muy poderoso. Tras revisar en detalle el diente, su veredicto fue un problema en sus nervios, por lo que debía ser extraído.

"Regresé a mi dentista y me sacó lo que quedaba del diente, como un muñón debajo de la corona. Cuando regresé a casa esperé a que el dolor se fuera, pero siguió allí. No había diente y seguía allí, en el mismo lugar".

Como mucha gente que busca respuestas, Ann acudió a internet.

"Muy pronto llegué a neuralgia del trigémino. Leí de lo que se trataba y me dije 'no puedo tener eso, porque aquí dice que es incurable'".

Tras otro episodio de mucho dolor durante la época de navidad, un nuevo dentista extrajo otro diente.

Dos diente menos y siete meses de dolor

Dos dientes fuera, y siete meses después del primer ataque, Ann recibió la llamada de su odontólogo. Le explicó que había encontrado a un experto en el hospital dental Eastman de Londres.

Uno de los colegas de la profesora Zak la vio primero.

"En cuanto crucé la puerta tuve el episodio más fuerte. Ella se sentó a mi lado y me tomó de la mano mientras comentaba 'un caso clásico, un caso clásico'. Lo siguiente fue ponerme bajo un tratamiento de carbamazepina, un fármaco anticonvulsivos".

Este medicamento tiene importantes efectos secundarios, por lo que se le recomienda a los pacientes empezar con una dosis baja e ir aumentándola poco a poco.

"Cuando crees que el dolor se ha detenido de golpe, sientes pequeñas punzadas, particularmente cuando comes. Antes ni siquiera puedes comer: sólo puré, que tienes que llevar a un lado de la cara, porque el masticar activa el dolor".

A los pacientes se les recomienda llevar siempre consigo la medicación incluso cuando se van de vacaciones, para que lo tomen en cuanto experimentan molestia.

Algunos de los pacientes notan que hay un patrón de temporada en su dolor.

A Keith Ireland sólo le da neuralgia del trigémino en invierno. "Existen algunos desencadenantes: las bebidas y comidas frías y calientes, así como un poderoso cepillo de dientes eléctricos. En cuanto empecé a usar uno sufrí un episodio particularmente malo, así que regresé a mi antiguo cepillo".

Opciones de tratamiento

A Ireland también le costó tener un diagnóstico para su dolor, que se concentra justo adelante de su oreja.

Luego lo pudo controlar con el fármaco neurontin gabapentina. "Cuando llegué a la dosis adecuada, pude controlar el dolor considerablemente, pero nunca completamente".

Según la profesora Zakrzewska, la opción quirúrgica es muy seria. "La operación que da el mayor alivio es un procedimiento complicado, que si se hace en las manos adecuadas, puede dejar al paciente sin ningún tipo de molestia. El 70% de los afectados puede quedar libre de dolor en 10 años si damos con el diagnóstico correcto y detectamos el vaso sanguíneo que está presionando el nervio".

También se deben descartar otras causas mucho más raras, como los tumores.

Otras opciones incluyen aquellas que destruyen el nervio, una mejor opción para los pacientes que no pueden someterse a anestesia general. "Se trata y se destruye la transmisión de información del nervio, lo que hace que desaparezca el dolor. Son procedimientos mucho más pequeños e incluyen -como yo lo llamo- 'cocinar' el nervio, que no es otra cosa que una termocoagulación de radiofrecuencia con un baño en glicerol. Ahora también tenemos un bisturí de rayos gamma".

Estas pequeñas intervenciones se pueden repetir una vez que pase su efecto, pues el alivio del dolor puede durar hasta cuatro años. Los pacientes experimentan un entumecimiento o pérdida de sensibilidad en la cara.

"En realidad, todavía estamos luchando para tratar de averiguar la causa de esta terrible enfermedad", señala la profesora Zakrzewska, quien agrega que en el horizonte hay esperanza.

"Formo parte de un importante ensayo clínico internacional en el que se utiliza un nuevo bloqueador de canal de sodio, con lo que esperamos se pueda desarrollar un fármaco más eficaz para controlar el dolor con menos efectos secundarios. Por el momento, los resultados preliminares parecen indicar que puede haber un gran avance".