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Las profundidades esperan a un explorador renovado

Alvin, el submarino tripulado más experimentado del mundo, está casi listo para reanudar su labor bajo el mar, tras una millonaria reparación y modernización, que le permitirá llegar a profundidades inéditas y seguir revelando misterios.

24Horas.cl TVN

Martes 19 de febrero de 2013

Alvin es sometido regularmente a servicio, pero esta actualización debería transformar sus capacidades.

Uno de los gigantes de la oceanografía se volverá a sumergir. Se trata de Alvin, el famoso submarino tripulado estadounidense para inmersiones profundas, cuya reparación que ascendió a US$41 millones está llegando a su fin.

A lo largo de las próximas semanas será sometido a una serie de pruebas de ingeniería, antes de reanudar sus labores de investigación en mayo próximo.

Esta notable embarcación se ha anotado muchas primicias durante sus primeros 49 años de servicio, de las cuales se destaca el descubrimiento de ventiladeros volcánicos en el lecho del Océano Pacífico en 1977.

Antes de que la tripulación de Alvin viera la extraordinaria colección de animales del ventiladero floreciendo en las aguas calientes y ricas en minerales que brotan a través de las grietas en la roca, todo el mundo asumía que los puntos más profundos de los océanos serían como desiertos prácticamente sin vida.

Las observaciones del sumergible transformaron las ideas sobre dónde y cómo podría existir vida, y no sólo en la Tierra.

Destino: el Caribe

El taller de la Institución Oceanográfica de Woods Hole queda en Massachusetts.

Alvin está actualmente en un taller de la Institución Oceanográfica de Woods Hole (WHOI, por sus siglas en inglés) en Massachusetts.

Los ingenieros tienen un plazo muy estricto para terminar el trabajo de modernización a tiempo para las pruebas en el mar, que se realizarán frente a Bermuda en abril próximo.

Asumiendo que la Marina de Estados Unidos certifica todas las modificaciones a la nave y la declara lista, el sumergible será entonces despachado al Caribe para reanudar su labor científica mediante numerosos descensos a la fosa de las Caimán.

"El trabajo que hemos venido haciendo en estos dos últimos años le dará toda una nueva vida", dijo a la BBC Kurt Uetz, director del proyecto.

Los investigadores que viajen en el "nuevo" Alvin notarán una enorme diferencia en las capacidades del vehículo, especialmente por las condiciones en las cuales tendrán que trabajar.

Una actualización clave en el trabajo financiado por la Fundación Nacional de Ciencia es la instalación de una esfera de presión de titanio nueva de US$10 millones.

Esta es la "cabina" en la que el piloto y otros dos científicos se sentarán durante una inmersión.

Con un peso de cinco toneladas, esta esfera protectora sólo tiene 16,2 centímetros más de diámetro que la vieja esfera de Alvin, pero la visibilidad que ofrece ahora a su tripulación ha mejorado inmensamente.

"La esfera previa tenía tres ventanas, una para cada tripulante. La dificultad eran que apuntaban a direcciones completamente diferentes entre sí. Así que uno nunca podía ver lo que los otros estaban viendo", afirma Susan Humprhis, científica de la WHOI.

"La nueva esfera tiene cinco ventanas, tres de ellas miran hacia adelante, con campos superpuestos de visión. La visibilidad mejorará inconmensurablemente".

Fabricantes británicos de acrílico suministraron las gruesas ventanas cónicas.

Más profundo que nunca

El director del proyecto, Kurt Uetz, y el piloto Mike Skowronski mostraron a la BBC un avance.

Otras mejoras incluyen una nueva espuma de flotación, un nuevo sistema de comando y control, mejor iluminación y cámaras de alta definición, capacidades aumentadas de registro de datos y mejores sistemas de comunicación con los instrumentos científicos.

Alvin también tendrá una mayor capacidad de carga, duplicando el peso permitido a unos 180 kilos. Esta carga podría consistir de experimentos realizados en el lecho marino o muestras para llevar a la superficie.

Muchas de las modificaciones hechas al sumergible, como la nueva esfera de presión, están ahí para hacer posible que la nave viaje a una mayor profundidad que su previo límite operacional de 4.500 metros.

El plan es permitirle que se sumerja a 6.500 metros, dándole acceso a 98% del lecho oceánico. Sólo algunas fosas realmente profundas quedarán fuera de su alcance.

Pero este objetivo es aún un poco lejano. Algunos elementos de la embarcación, como sus hélices y el sistema de lastre variable, todavía deben ser revisados. Hasta que eso ocurra, Alvin no quedará certificado para descender a la nueva profundidad.

Desde las baterías hasta la música, todo cuenta

"Algo que necesitamos es una mejor fuente de energía", explica Uetz.

"Actualmente, si bajamos 4.500 metros, es una inmersión de diez horas, pero para alcanzar los 6.500, requeriremos de por lo menos 12 horas. Así que ahora mismo debemos evolucionar de baterías de plomo a baterías de litio, y estamos trabajando con la Marina en un programa de pruebas que nos permitiría hacerlo".

Humphris está impaciente. "Va a ser muy emocionante", dijo.

"Hemos visto menos del 1% del fondo oceánico y todavía sabemos demasiado poco de como funcionan los procesos del océano. Creo que vamos a aprender mucho más de cómo luce realmente el fondo. Y los demás lugares a los que podremos ir serán las partes menos profundas de las fosas oceánicas, que son lugares muy activos donde hay muchos terremotos y también están asociados con volcanes".

Los franceses, los rusos, los japoneses e incluso los chinos cuentan ahora con sumergibles tripulados que pueden llegar a puntos más profundos que el actual límite de Alvin. También recordarán al director de cine James Cameron cuando visitó la parte más profunda del océano en un vehículo que él mismo había encargado.

Lo que ninguna de esas naves puede equiparar, por supuesto, es el legado del vehículo de la WHOI: un total de 4.664 inmersiones durante casi cinco décadas.

Algo que no cambiará en el futuro es la regla que gobierna a quienes escogen la música que se toca dentro de la esfera en los prolongados descensos y ascensos.

"La música es a discreción del piloto", señala Mike Skowronski, uno del selecto grupo de individuos que tomará los controles del famoso sumergible.

"No se permite a los científicos traer su propia música al vehículo. Es más para la comodidad del piloto y para mantenerlo en un cierto ritmo y ayudarlo a mantener su concentración".