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¿Por qué los gatos son tan quisquillosos para comer mientras que los perros comen casi de todo?

Tira un pedazo de comida al suelo y verás que pasa. El perro seguramente se lo come en un instante. El gato puede que se acerque, lo huela y así como vino se vaya. Un estudio descubrió de dónde le vienen las mañas al gato.

BBC Mundo

Viernes 27 de noviembre de 2015

Ciencia BBC Mundo

Si hay un perro y un gato y tiras un trozo de comida al piso, ya sabes lo que pasa: lo más probable es el que el perro se lo coma, sea lo que sea, de un solo lengüetazo.

El gato seguramente se acercará, lo olisqueará y permanecerá indiferente.

¿A qué se debe este comportamiento tan quisquilloso?

No es de puro escrupuloso.

Según un nuevo estudio hecho por genetistas del Monell Chemical Senses Center en Filadelfia, Estados Unidos, estos animales carnívoros tienen 12 genes que les permiten a los animales herbívoros evitar la ingesta de alimentos dañinos al detectar el sabor amargo.

El sentido del gusto es lo que les permite a los animales diferenciar entre alimentos nutritivos y alimentos dañinos para su salud.

 

Los gatos pueden detectar toxinas en los animales que cazan gracias a que detectan el sabor amargo.

Si son dulces quiere decir que tienen azúcar y por tanto son una fuente de energía. El sabor amargo, en cambio, indica la presencia de sustancias tóxicas que pueden estar presentes en plantas o frutos inmaduros.

Con los cambios en la dieta van evolucionando también las papilas gustativas.

Entonces, si los gatos no comen plantas, ¿por qué todavía conservan estos genes? Esta fue precisamente la pregunta que se propuso averiguar Peihua Jiang, biólogo molecular de Monell.

Infecciones

Según el estudio, los receptores para detectar el sabor amargo les permiten a los gatos detectar potenciales toxinas en los animales que pueden llegar a cazar (ranas, sapos u otros con compuestos tóxicos en el cuerpo o en la piel).

Es posible que los gatos detecten un mayor número de compuestos amargos.

Sin embargo, las ocasiones en que pueden quedar expuestos a estos compuestos son ínfimas en comparación con los animales herbívoros.

 

Por esta razón, Jian cree que estos receptores podrían haber evolucionado por otra razón que no es el gusto.

En los seres humanos, por ejemplo, los receptores del sabor amargo están no sólo en la boca sino también en el corazón y los pulmones, donde se cree que sirven para detectar infecciones.

Una posibilidad, entonces, es que en el caso de los felinos también cumplan la función de detectar enfermedades.

Diferencias

La investigación de Jian explica el comportamiento de los gatos. Sin embargo, los perros –así como también los osos polares y los hurones– también tienen genes para percibir el sabor amargo.

Entonces, si los canes también comparten estos genes, ¿por qué son más mañosos que los canes?

De acuerdo a investigaciones previas, algunos de los receptores de los gatos son particularmente sensibles a los compuestos amargos.

También es posible que sean más sensibles a las sustancias químicas que los perros y que puedan detectar un mayor número de compuestos amargos.