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"Quería lanzarme al huaico nuevamente para seguirla": el impactante testimonio de la pareja de la mujer que emergió del barro en Perú tras ser arrastrada por un deslave

Armando Rivera fue arrastrado por una avalancha junto a su esposa Evangelina Chamorro, la mujer que aparecía emergiendo de una corriente de barro y escombros en un video que dio la vuelta al mundo hace unos días. Rivera contó a BBC Mundo cómo su experiencia.

BBC Mundo

Martes 21 de marzo de 2017

El accidente ocurrió un día caluroso cerca de las dos de la tarde.

"Yo iba a tomarme una gaseosita (refresco gasificado) helada cuando escuchamos un sonido como si chocara un camión, ¡pum! Mi esposa me dice '¿no será huaico?'. Apenas salimos, ya estaba pasando el agua por el corral. Ya no tuvimos cómo reaccionar".

Así relata Armando Rivera a BBC Mundo la historia de cómo un huaico -avalancha de lodo y escombros que cae de las montañas a causa de las lluvias- arrasó su corral de cerdos en el distrito de Punta Hermosa, en el sur de Lima,el pasado miércoles.

El huaico lo sorprendió a él y a Evangelina Chamorro, su pareja, que es la mujer que aparecía emergiendo de una corriente de barro y escombros en un video que dio la vuelta al mundo hace unos días.

Este y al menos otros 11 aludes registrados en Perú en los últimos días son resultado de las intensas lluvias que caen en el país sudamericano desde hace semanas a causa del llamado "Niño costero", un fenómeno meteorológico que ya ha dejado en el país al menos 75 muertos, 20 desaparecidos y más de 700.000 afectados.

"Nos agarramos de un palo que había plantado para hacer un cerco, esperando que no se rompiera. Pero por nuestro lado ya pasaban palos y ganados (cerdos de vecinos). Cuando miré, mis cinco chanchitos (cerdos) también se estaban yendo, mis dos marranas preñadas, que estaban a punto de parir, también se fueron", continúa Armando.

"También teníamos 7.000 soles (unos US$2.150) en efectivo de una camada de cerdos que habíamos vendido. Eran para los útiles escolares de mis niñas (de 5 y 10 años) y para engordar a los cerdos. Pero también se fueron", lamenta Rivera.

"Los palos que venían nos golpeaban. Hasta que el palo donde estábamos atrincherados se rompió y nos caímos", recuerda Armando. "Yo le decía a mi esposa 'hay que nadar', pero era imposible porque era un agua espesa, llena de lodo, palos, que te hundía, te mandaba para abajo, te revolcaba".

El deslave los arrastró aproximadamente cinco cuadras desde el corral de Armando, calcula el hombre.

En un momento, la corriente lo separó de Evangelina y oyó gritos de ella que decían "¡ya no puedo, amor!".

Fue la última vez que la escuchó.

 

"¡A mi esposa se la llevó!"

Armando ya no podía hablar -ni mucho menos gritar- porque había tragado barro y sentía que se ahogaba.

"Le pedí a Dios 'Señor, no podemos morir, por mis niñas, sálvanos,Señor'", cuenta. "Por momentos trataba de impulsarme, botar tierra, mantenerme y encontré un palo. Me agarré fuerte, pero no veía porque mis ojos estaban todos tapados de barro".

Ese palo quedó atascado en algún lado y Armando sintió que la corriente lo arrojó a un charco de lodo, que lo tapaba y le impedía moverse.

"En eso escucho que me dicen 'dame la manos', pero no sabía a dónde dar porque no veía. A veces daba y dejaba de dar la mano para no hundirme. Era un barro espeso, duro, como si te bañaran con mazamorra (postre peruano espeso de maíz morado) todo el cuerpo", detalla el sobreviviente.

Dos hombres que Armando no pudo reconocer por el barro que le tapaba los ojos lograron sacarlo.

"Yo lloraba, gritaba de impotencia '¡a mi esposa se la llevó!'. Corría por las orillas del huaico gritando '¡por favor, mi esposa está por acá!'", dice el hombre de 48 años.

"A veces me caía -también estaba herido-, pero nuevamente quería lanzarme (al huaico) para seguir a mi esposa". Pero las personas con las que estaba no lo dejaron.

"De rato en rato botaba tierra, como vómitos, estornudaba tierra, así estaba. Hasta que un señor me dijo estás mal y me llevó cerca a mi corral, para limpiarme", relata.

"A las 5:30 un señor me pregunta si soy Armando y me dice 'su esposa se salvó'", señala. "Me alegré de que estuviera viva".

Pero aún le faltaba saber dónde se habían quedado sus hijas pequeñas, que estaban en la escuela mientras el huaico arrastraba a la pareja.

 

"Fue duro"

Una llamada telefónica fue el medio por el que Freddy Rivera, hijo de Armando, se enteró del accidente. Cerca de las siete de la noche, encontró a su papá.

"Estaba mal psicológicamente, con golpes, no podía ver. Le ardían los ojos, por el barro. A las nueve de la noche encontré a mis hermanas en la casa de una profesora de su colegio", dice Freddy, de 26 años.

Después de que Armando viera a sus hijas, fue al hospital María Auxiliadora, en el sur de Lima, a atenderse. Hasta entonces no había hablado con su esposa, quien también fue internada en el mismo centro médico.

 

Evangelina tenía múltiples golpes y heridas en las piernas y en el abdomen, conjuntivitis purulenta y un shock psicológico importante, según le dijo Julio Medina, director del hospital María Auxiliadora, a BBC Mundo.

El facultativo agregó que la mujer no quiere hablar con la prensa.

"Le venían los recuerdos (del huaico) como un flash", explicó el médico.

Armando fue dado de alta al día siguiente del accidente y fue a buscar a su esposa.

"Lo único que le dije fue 'amorcito, Dios nos ha dado otra vida'. Ella me dijo 'Dios nos ha salvado por nuestras niñas' y nos abrazamos. Fue duro".