Casi por casualidad llegó al negocio de la cosmética natural y vegana, Camila Soto se lanzó con su marca sin tener conocimientos, pero ha estudiado y se ha preparado para hoy tener una variedad de productos que ella prepara y que cumplen con todos los estándares de calidad y bienestar.
Ella tenía ganas de emprender y su embarazo fue el gatillante para dar inicio a este negocio, "yo quería ocupar aceite (por las estrías) e hice una mezcla de aceite de almendras y coco, al otro día amaneció solidificado y ahí dije 'esto parece crema', podría ponerme a vender", comenta.
El camino fue más largo y pesado de lo que pensó, porque finalmente, realizar cosmética natural requiere estudios, tiempo y muchas pruebas.
Camila explica que como no testea en animales, "el testeo se tiene que realizar, se realiza en mi misma y en mi familia"
Tras años de ensayos y errores, probados en ella misma y su pareja, ya maneja todas las especificaciones técnicas y con la información necesaria, además de la experiencia, prepara sus productos cosméticos, con los que busca ayudar a otros a encontrar un bienestar de manera natural.
Su marca está certificada como libre de crueldad animal y vegana.
Actualmente tiene al menos 10 productos en más de una versión para todo tipo de piel o cabello, todos preparados en un espacio adaptado en su casa.
Como muchos emprendedores, Camila hace de todo en su pyme, "hago labor de fotógrafa, diseñadora, sin ser nada de eso, pero hay que tomar las riendas y atreverse".
Uno de sus objetivos es tener un centro de bienestar, para ayudar a otros a cuidar su cuerpo con productos que hacen bien, y a informarse de los ingredientes que tiene cada cosa que compramos.