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¿Se puede enseñar la bondad?

Varias escuelas de preescolar ahora intentan enseñar algo que no siempre se ha considerado una asignatura académica: la bondad.

By Richard Schiffman New York Times News Service

© Creado por Freepik

Viernes 22 de diciembre de 2017

“¿Puedes buscar en tu interior y decirme lo que sientes?”, le preguntó hace poco Danielle Mahoney-Kertes a sus estudiantes en el colegio P. S. 212 en Queens.

“Me siento feliz”, dijo una niña. “Enferma”, dijo otra. Un niño con playera azul hizo un tímido gesto con el pulgar hacia abajo. “Eso también es común”, le aseguró Mahoney-Kertes, asesora de alfabetización.

El ejercicio forma parte del Programa para la Bondad, desarrollado por el Centro para las Mentes Saludables en la Universidad de Wisconsin, Madison, en el que se les presenta a los niños de preescolar un popurrí de juegos sensoriales, canciones y cuentos diseñados para ayudarles a prestar mayor atención a sus emociones.

“Nuestro mundo da un poco de miedo”, señaló Mahoney-Kertes. “No siempre podemos controlar lo que sucede, pero les enseñamos que sí pueden controlar su respuesta ante ello”.

Desde que se comenzó a trabajar con el programa en agosto, lo han adoptado más de 15.000 educadores, padres de familia y otras personas en todo el mundo.

 

El colegio P. S. 212, que se encuentra en el barrio Jackson Heights, hogar de muchos nuevos migrantes, fue una de las primeras escuelas públicas en Nueva York en realizar actividades basadas en la concienciación y atención plena, como el yoga. El programa era un paso lógico a partir de ahí.

“Un niño puede entrar y decir: ‘Anoche deportaron a mi papá’. ¿Cómo reaccionas ante eso?”, comentó la directora del colegio, Carin Ellis. “Nosotros les damos herramientas para sobrellevar su dolor y sufrimiento”.

Ellis cree que el Programa para la Bondad también ha ayudado a los niños a manejar el estrés de las pruebas estandarizadas y a reducir los conflictos interpersonales.

“Cuando no eres bondadoso con alguien más, por lo general se debe a cómo te sientes”, dijo. “Si los niños son capaces de tomarse un momento para respirar, podrán evitar reaccionar exageradamente en contra de los demás”.

Al parecer hay otros beneficios. Un estudio dirigido por la psicóloga clínica Lisa Flook ha demostrado que los jóvenes que reciben capacitación para la bondad se vuelven más altruistas en pruebas que miden su disposición a compartir, además de que su capacidad de concentración se ve reforzada y se registra un ligero aumento en su desempeño académico.

Algunos arguyen que es mejor que los padres sean quienes enseñen las habilidades emocionales y no los maestros. Pero Flook subraya que cuando los niños llegan al salón de clases ansiosos, molestos y temerosos, por lo general están demasiado distraídos para concentrarse. “Los niños que tienen relaciones positivas con sus pares y con sus maestros se desempeñan mejor en la escuela”, agregó.

También podría irles mejor en la vida más adelante. En un estudio realizado en 2015 que monitoreaba niños desde el preescolar hasta la adultez temprana se descubrió que los individuos con habilidades sociales (una conducta positiva, comedida y amistosa) solían ser más exitosos de adultos que aquellos que, aunque obtenían buenas notas en lectura y matemáticas, carecían de la habilidad de llevarse bien con los demás.

El Programa para la Bondad es parte de un movimiento mundial para la enseñanza de la inteligencia emocional en las escuelas. Quienes abogan por este enfoque señalan que los profesores que se centran solo en la enseñanza académica tienen poca visión e ignoran las habilidades emocionales de cooperación que fomentan el aprendizaje y hacen que los estudiantes prosperen.

Los jóvenes que reciben capacitación para la bondad se vuelven más altruistas en pruebas que miden su disposición a compartir, además de que se ve reforzada su capacidad de concentración y se registra un ligero aumento en su desempeño académico.

Aun así, algunos ponen en duda si es posible enseñar rasgos de personalidad como la bondad.

Richard Davidson, fundador del Centro para la Salud Mental, cree que la sabiduría budista podría ofrecer algunas pistas. Según dice, a él lo inspiró la solicitud del líder espiritual del Tíbet, el dalái lama, quien le pidió que sacara del contexto religioso los preceptos de la práctica contemplativa y los utilizara para desarrollar estrategias que ayuden a mejorar la vida de las personas.

Los meditadores budistas observan sus sensaciones corporales y sus sentimientos para generar una sensación de serenidad destinada a fomentar la compasión. Davidson afirma que usó el concepto como base para enseñar a los niños a centrar su atención en cómo se sienten y en la forma en que se mueven sus cuerpos.

En una de las prácticas, los niños observaron a su “amigo de pancita”, un peluche que se colocan en el vientre y que ven subir y bajar al ritmo de su respiración. La respiración de la pancita es una adaptación del programa para niños Plaza Sésamo, el cual consultó al equipo de la Universidad de Wisconsin e hizo de la bondad el tema de su temporada más reciente.

Plaza Sésamo alienta a los niños a “identificar sus sentimientos y ponerles una etiqueta”, afirmó Rosemarie Truglio, vicepresidenta de temas y contenido de Sesame Workshop, que produce el programa. “Cuando ayudas a un niño a lograrlo, se siente reconocido; le ayuda a comprender ese sentimiento”.

Truglio descubrió que al tener mayor conciencia de sus emociones, los niños podían ser más empáticos con los sentimientos de otros y que respondían ante ellos de una manera más útil. Al principio, recuerda, muchos de los niños con los que trabajaron no conocían el significado de la palabra “bondadoso”. Los padres y los maestros siempre les decían que fueran “buenos”. “Queríamos mostrarles la palabra ‘bondadoso’”, dijo, “pero no es posible definirla con palabras, sino con acciones”.

Davidson afirmó que el periodo entre los cuatro y los siete años es un periodo crucial en el desarrollo, pues es cuando el cerebro se reorganiza y se muestra especialmente receptivo a nueva información (como los idiomas extranjeros), así como a los hábitos psicológicos perdurables.

Con el objetivo de tener un impacto más duradero, dijo, las clases para las emociones que se enseñan a los niños en preescolar deben reforzarse a medida que estos crecen.

Kind Campaign, o campaña para la bondad, fundada en 2009, es uno de los programas que trabaja la bondad con estudiantes mayores. Este programa, por ejemplo, organiza asambleas durante la educación secundaria y preparatoria que abordan la problemática del acoso escolar. Se invita a los estudiantes a escribir una “disculpa bondadosa” y entregarla a alguien a quien hayan tratado mal.

Otro grupo, llamado Random Acts of Kindness Foundation, o la fundación para actos azarosos de bondad, ha desarrollado planes de estudio para todos los grupos etarios a nivel preparatoria. En él se guía a los estudiantes en debates dentro del aula y se les pide que piensen en acciones positivas, como sentarse junto a alguien que está solo en la cafetería escolar y escribir cartas de agradecimiento a sus futuros yo.

“La bondad hacia uno mismo es clave”, comentó Brooke Jones, vicepresidenta de la fundación. “Cuando, por ejemplo, repruebas un examen dices: ‘Qué tonto soy’, ¿o te dices: ‘Tengo mucho que aprender’? Nosotros nos enfocamos en la importancia de que los niños crean en ellos mismos”.

Mahoney-Kertes también recalcó que los educadores deben aprender a predicar con el ejemplo para que sus clases sean verdaderamente efectivas. “Los maestros deben aprender a trabajar en su persona. Deben convertirse en modelos de la bondad que tratan de enseñar”.