Conseguir atención nocturna en un servicio de urgencia es hoy un logro. Hay que superar agotadoras esperas, la falta de médicos especialistas, de recursos... ese servicio primordial de la asistencia pública está en estado crítico.
En el Hospital San José no basta con la recepción. También habilitaron un container para recibir a los usuarios. El traslado es constante entre un lado y el otro. Son tantas personas que muchas se acomodan a fuera, al lado del estacionamiento de las ambulancias. Los parientes, los acompañantes se comunican con sus enfermos a través de las ventanas.
Cerca de las 22:00 horas llegó una ambulancia de una empresa privada. Llevó un paciente descomensado que necesitaba atención. El trámite duró poco: "si no hay cupo, se va altiro", explicó el guardia de seguridad. Sin posibilidad de atención, un integrante del equipo de ambulancia y el guardia se enfrascaron en una discusión. Mientras la pelea proseguía, el enfermo debió presenciar el decadente espectáculo. Luego, debió ser subido otra vez a la ambulancia y esperar como tantos otros.
Las noches son intensas en el San José. Es una rutina que va más allá de enfermos, médicos, emergencias o atenciones. Personas en situación de calle llegan al centro médico buscando abrigo, y lo encuentran. Con tranquilidad, sacan las colchonetas de las camillas que trasladan a los pacientes. En el suelo, las utilizan para descansar. Sorprende la cantidad de gente durmiendo en los pasillos o en el patio.
El baño de discapacitados se inundó y enel de hombres el agua corre sin detención. Son recursos botados.
Las salas de espera se reproducen en otros centros asistenciales. En el Hospital Sótero del Río, ocurre lo mismo con la tardanza: son largas horas de espera, que se pueden alargar mucho más.
El doctor Héctor Fuenzalida, jefe de gestión en Redes Asistenciales del Ministerio de Salud, asegura que "hoy día, el 85% se atiende antes de los 30 minutos. Eso es un logro bastante algo. Ustedes ven una parte y probablemente siempre va a resaltar el paciente que lleva más horas esperando".
En el Hospital Roberto del Río, las banquetas están prácticamente llenas, igual que el pasillo. Cuando llegamos, la espera se estima entre dos y cuatro horas, pero pronto sube a cinco. Niños, mujeres y hombres deben conformarse con un único baño, puesto que el segundo está clausurado.
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