Tras la confirmación de su muerte a los 96 años, Julita Astaburuaga dejó un gran legado entre la sociedad chilena, destacándola como una de las socialité más importantes del país.
Sin embargo, este último término no era de su agrado, porque nunca se consideró una socialité clásica con lujos y excentricidades.
La historia de su vida narra unas vivencias radicalemente opuestas, ya que sus más cercanos aseveraron que "no tenía nada en el clóset", junto con considerarla una mujer "única y sencilla".
Fue nieta de un ex ministro del Presidente Emiliano Figueroa, condición que le permitió a su familia tener una gran casa en la comuna de Providencia.
No obstante, Astaburuaga pasó de la riqueza a la pobreza, ya que la muerte de su abuelo y la posterior separación de sus padres le significó varios cambios de casa, como la calle Ejército en José Miguel de la Barra, esta última tras llegar de Estados Unidos.
Su apariencia decía otra cosa, pero lo cierto es que Julita Astaburuaga se vestía con ropa usada y con adornos de menor precio.
Familiares y amigos rescatan que la esencia que se veía desde el exterior se explicaba por el carácter y la 'buena onda' que siempre demostraba.
Incluso, tras su recordada caída en un evento, para salir del paso dijo entre risas ser "una vieja de mierda".