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Cautivante brutalidad

Preparando las gargantas para sus dos recitales del fin semana, Pablo Marquez analiza el fenómeno de Megadeth.

Pablo Márquez

Sábado 8 de septiembre de 2012

Por estos días, justo cuando se conmemora un año más del nacimiento del gran Freddie Mercury, ha vuelto a surgir esa gran pregunta que todos se hacen pero que nadie, la verdad, puede responderla con seguridad con cartas certeras sobre la mesa. ¿Cuál es el gran frontman de todos los tiempos, el mejor, el insuperable? Son miles los que opinan que no es otro que el líder de Queen y claro, el tipo era un monstruo del escenario y nadie lo pudo reemplazar jamás. Nunca.

Pero por carisma, por empatía y por devoción, candidatos hay varios: el propio Mick Jagger, el por ahora retirado camaleón David Bowie o el legendario Jimi Hendrix, entre muchos otros. Pero si hacemos la pregunta este 7 y 8 de septiembre en la puerta del Teatro Monumental, podemos apostar que la feligresía de Megadeth entonaría a coro una sola respuesta: Dave Mustaine.

Los puristas podrán decir que el colorín no tiene la voz tan gutural como se lleva en el metal, que tampoco es lo que se llama un gran cantante y que, claro, gran parte de la potencia de su marca se la debe al resto de la banda. De acuerdo. O.K.  Pero tampoco nadie puede dudar que el ex hijo pródigo de Metallica es un animal de rock. Una bestia del micrófono. Un ejemplo de cómo la resiliencia ante las frustraciones y los golpes de la vida ayudan a sacar una fuerza visceral para volcarla, por ejemplo, a un puñado de canciones que nacen de las entrañas y explotan en la garganta.

Este viernes, la fanaticada se rendirá ante esa potencia para festejar los 20 años que han pasado desde el lanzamiento de "Countdown to extinction", un disco fundamental en la carrera de la banda de Los Angeles. Y al día siguiente, el rito de adoración será al son de las canciones que alguna vez dieron vida a otra pieza emblemática, "Peace Sells... But Who's Buying" (1986).

Con la motivación que sea, aunque el repertorio este vez no incluya nada fresco sino sólo clásicos envejecidos en cuero, la excusa al menos este fin de semana será una sola: en el mítico recinto de la calle San Diego, junto a sus compañeros de juerga, la voz y alma de Megadeth demostrará una vez más todos sus cautivante brutalidad y hay que estar ahí porque uno nunca sabe qué tan inolvidable puede estar.