En los últimos años las autoridades de Río de Janeiro han desalojado narcotraficantes de las favelas, abierto corredores para autobuses en medio de las congestionadas calles y limpiado de vendedores ambulantes los 93 de kilómetros de playas de la ciudad.
Ahora, en vísperas del carnaval, se dispone a eliminar otra de las plagas de Río de Janeiro: la costumbre de orinar en las calles.
Durante las festividades, la orina fluye con tanta libertad como la cerveza, la cachaza y otras bebidas consumidas en cantidades industriales. Pero ahora Río quiere cambiar.
Para mejorar la sanidad y poner un poco de orden, la ciudad desplegará a miles de agentes municipales para localizar y detener a quienes orinen en la calle. Es además un ensayo con miras a los grandes eventos que organizará la ciudad: la Copa Mundial del 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016.
En las últimas semanas la ciudad divulgó el número de "mijões", o "meones", detenidos durante los ensayos previos al carnaval y fiestas callejeras: 321 desde el 20 de enero, incluyendo 16 mujeres y tres turistas extranjeros.
Los detenidos son metidos en una camioneta y llevados a la comisaría, donde son obligados a perderse la fiesta.