Es un proceso que no sólo está envuelto en polvo, sino que en misterio debido a las pocas observaciones que se han podido realizar a la fecha.

Sin embargo, las últimas investigaciones realizadas en el conjunto ALMA permitirán despejar algunas de las dudas que se tiene en torno al nacimiento de las estrellas más masivas y brillantes de la galaxia.

Gracias a los nuevos y gigantes telescopios instalados en el norte de Chile se obtuvo una especie de ecografía estelar con una imagen más clara de la formación de una estrella ubicada a 11 mil años luz de distancia, en la nube conocida como Spitzer Dark Cloud (SDC 335.579-0.292).

Observaciones realizadas antes con el telescopio espacial Spitzer de la NASA y el telescopio espacial Herschel de la ESA, SDC 335.579-0.292 fue vista inicialmente como un entorno oscuro de densos filamentos de gas y polvo.

Con ALMA se pudo registrar en detalle tanto la cantidad de polvo, como el movimiento del gas que se desplaza hacia el interior de la nube oscura.

"Queríamos ver cómo se forman y cómo crecen estas estrellas gigantescas, ¡y sin duda lo hemos conseguido! Una de las fuentes que hemos encontrado es inmensa — el núcleo protoestelar más grande de todos los que se han localizado hasta ahora en la Vía Láctea", señaló el líder del equipo, Nicolas Peretto, del CEA/AIM Paris-Saclay (Francia) y la Universidad de Cardiff (Reino Unido).

Esta nube alberga a un embrión de estrella brillante que tiene unas 500 veces la masa del Sol girando en su interior y las observaciones de ALMA muestran que hay más material fluyendo hacia el interior e incrementando aún más la masa.

Finalmente, este material colapsará, formando una estrella joven de más de 100 veces la masa del Sol, lo que sólo una de cada diez mil estrellas de la Vía Láctea pueden alcanzar según revela Peretto.