Click acá para ir directamente al contenido

SUCHAI, la semilla de la esperanza satelital chilena

El primer satélite construido 100% en Chile por un equipo de la Universidad de Chile estará en órbita en julio y se lanzará desde California.

Carmen Aguilar

Martes 13 de enero de 2015

Se llama “esperanza” en mapudungún, “la esperanza de plantar una semilla para que se desarrolle tecnología satelital en Chile”, cuenta el académico de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile Marcos Díaz. Trataron de emular el sonido de la palabra mapuche “suyai”, pero su nombre realmente viene de las siglas Satelite of the University of Chile for Airspace Investigation: SUCHAI.

El primer satélite desarrollado 100% en Chile estará en órbita en julio de este 2015, después de que se realice el proceso de integración en Holanda en abril. Pero su lanzamiento se realizará desde California; evento soñado para los estudiantes que llevan desde 2011 trabajando. “Habrá que ver si se puede ir, porque los lanzamientos no dependen de nosotros y se pueden retrasar durante semanas”, lo que incrementaría el costo del viaje, justifica Díaz.

 

El académico no sólo lidera la creación del Suchai, sino que lo puso en marcha. Quería desarrollar en Chile los conocimientos adquiridos en su doctorado en Estados Unidos, y se alinearon los planetas: el decano y los alumnos compartían sus mismas inquietudes. En marzo de 2011, llegaron los primeros recursos que dieron el pistoletazo de salida al Suchai.

La construcción del satélite cuesta 250.000 dólares (casi la mitad se destinan al lanzamiento), financiados en un 100% por la Universidad. “El primer objetivo es educacional: formar capital humano que conozca toda la cadena de la construcción de un satélite”, cuenta a 24horas.cl el profesor desde el laboratorio, escenario de horas de esfuerzo y testigo de los avances del equipo.

Pero más allá, el Suchai tiene otras misiones para cuando esté en órbita, como medir la ionosfera y los efectos que puede tener en la comunicación y aparatos como el GPS.

Marcos Díaz explica las tareas del SUCHAI una vez que esté en órbita

Marcos Díaz explica las tareas del SUCHAI una vez que esté en órbita

Marcos Díaz explica las tareas del SUCHAI una vez que esté en órbita

 

TRABAJO UNIVERSITARIO

17 alumnos, un ingeniero y dos académicos iniciaron el proyecto. Ahora, quedan seis personas trabajando, ya que los “alumnos se empezaron a titular y migraron hacia empresas”, cuenta Alex Becerra, el ingeniero.

Alex se acercó a Marcos cuando estaba recién titulado, atraído por “el desafío de desarrollar un satélite y desarrollar un producto tangible”, cuenta mientras explica cada minúscula pieza que irá dentro de la estructura metálica con forma de cubo de 10cm, envuelta en paneles solares: el Suchai, que cuenta con antenas para transmitir datos a la terrestre colocada en la azotea de la Facultad de Ingeniería.

“A través de esta antena vamos a monitorear el movimiento del satélite, bajamos los datos y los procesamos”, cuenta bajo el sol Tomás Opazo, uno de los alumnos que inició y sigue en el proyecto. Ahora, ya con su título bajo el brazo, se encarga “de todo lo que tiene que ver con papeleos”.

Valora muy positivamente la experiencia de haber podido participar en la creación de un satélite desde la universidad, pero también de haber aprendido a trabajar en equipo con profesionales de diferentes disciplinas.

 

“La ventaja es que estamos en una universidad y aprender es parte del proceso”, subraya el profesor jefe del proyecto. El objetivo es saber cómo se construyen los satélites, por lo que cuentan con el tiempo necesario para adquirir estos conocimientos. Un factor inexistente en el ámbito militar, entorno tradicionalmente asociado al desarrollo de esta tecnología en cualquier lugar del mundo.

“Estamos en contacto” con las Fuerzas Armadas, confiesa Díaz, “pero trabajamos en nichos diferentes”. El equipo de Díaz busca aprender; la FACH, cumplir una meta de manera eficiente.

Chile ha puesto en órbita otros satélites, pero ninguno fabricado aquí. La FACH los compra a un precio que ronda los 70 u 80 millones de dólares, informa Díaz. El Suchai costará 250.000 dólares y se habrá aprendido a fabricar.

Con su lanzamiento y puesta en órbita demostrarán que “tenemos el conocimiento”, apunta el ingeniero Becerra, y que pueden volver a construir otro “en menos tiempo y con menor costo”. La semilla sembrada habrá comenzado a germinar.