En la Central de Abastecimiento (Cenabast), en tan sólo tres ítem vencidos, se fueron $2.181 millones a la basura. Literal.
Propofol, Mascarillas N95 y Atracurio Besilato.
Esos fueron los medicamentos y dispositivos que concentraron las millonarias pérdidas de la entidad entre 2023 y 2025, que —tal como reveló Informe Especial en septiembre pasado— se encumbraron hasta los $5.262 millones.
Todo a raíz de productos que caducaron en sus bodegas.
En dinero, el total vencido corresponde —según la misma entidad— al 7% de todos los insumos almacenados por el organismo; es decir, sin considerar aquellos que se distribuyen directamente por laboratorios a hospitales y farmacias.
Sin embargo, más allá del monto, hasta ahora no se sabía cuáles eran los insumos vencidos y que —en buenas cuentas— acabaron en desperdicio.
Derroche farmacéutico
Mediante una segunda solicitud de Transparencia, en IE accedimos a la lista de medicamentos caducados y su utilidad.
Entre ellos, el fármaco que lideró las pérdidas fue el Propofol 20 MG/100 ML: un lote de anestésicos por el que pagaron $1.321 millones.
En segundo lugar, casi 220 mil mascarillas n95 corrieron la misma suerte, por las cuales —en su momento— Cenabast gastó $461 millones.
Por último, el podio lo cierra una tanda de Atracurio Besilato 25MG, un relajante muscular usado habitualmente en procedimientos de entubación endotraqueal, por el cual desembolsaron $399 millones.
En definitiva, $2.181 millones en sólo tres productos.
Como se aprecia en la tabla de los 20 medicamentos vencidos en los que se gastaron mayores montos, 12 de ellos fueron comprados bajo el siguiente ítem: “Mandatado por Minsal para combatir COVID-19”. En efecto, según la información entregada por la misma Cenabast, de los más de $5.000 millones perdidos en fármacos caducados, $3.400 millones fueron gastados en el contexto de la pandemia.
En esta línea, el director de Cenabast, Jaime Espina, defendió la gestión del organismo en entrevista con Informe Especial hace dos meses.
—Es un vencimiento que yo considero que es absolutamente responsable —aseguró Espina— . El COVID significó una demanda de fármacos que superó en 10 años la demanda promedio. Estábamos preparados para una tercera ola, que no llegó. Si la tercera ola hubiese llegado, todo lo que teníamos almacenado habría durado tres semanas —enfatizó.
Más allá del COVID
Con todo, en el ránking de los fármacos vencidos por los que más dinero se perdió también figuran sustancias para tratar otros cuadros de salud, como el VIH.
La mayoría son medicinas requeridas por programas ministeriales dedicados al tratamiento de alguna patología específica.
Tal como lo evidencian las cifras, los medicamentos que no están registrados en el ítem COVID-19 de todas maneras registraron pérdidas por más de $1.786 millones.
Precisamente, en los datos entregados por Cenabast a Informe Especial destacan 4 antirretrovirales utilizados para el tratamiento del VIH, que figuran en el top 20 de medicamentos que vencieron y costaron más dinero al Estado.
Entre ellos está el "Abacavir/Lamivudina 600/300 MG FRA 30 CM", "Atazor 300 MG X 30 CAP", "Abacavir/Lamivudina 600/300 MG (CAJ X 10 FRASCOS)" y "Ritonavir 100 MG 30 CM CAJ X 10 FRA". Juntos sumaron un desembolso de $451 millones.
Todos esos insumos —y el dinero, por cierto— acabaron desperdiciados.
—El programa de VIH compra medicamentos y dispositivos médicos para prevención y para tratamiento para personas que viven con VIH y es antirretroviral. Una de las razones por las cuales puede ser (que no se haya usado el medicamento) es porque cambian protocolos a los de mejor estándar. Los médicos son los que definen los protocolos de qué medicamentos se usan y particularmente en VIH se está avanzando muy rápido, teniendo tratamientos mucho más eficaces —destacó el director del organismo.
Desde anticonceptivos a oncológicos
Al margen del VIH, Espina afirmó que pasa en todos los programas.
—No compran exactamente, para las personas que van a estar enfermas, sino que compran una estimación. Y por eso la estimación a veces, aparte de los cambios de tratamiento, la estimación a veces queda corta —recalcó.
No obstante, al margen del VIH y la pandemia, en la base de datos figuran otros medicamentos para combatir el cáncer, la tuberculosis, problemas cardiovasculares y hasta anticoncepción.
Puntualmente, $352 millones en fármacos antituberculosos, $163 millones en tratamientos oncológicos, $86 millones en anticonceptivos y $53 millones en medicinas antidiabéticas.
Varios de ellos son altamente requeridos.
Por ejemplo, el "SII-ONCO BCG 40 MG X 3 FCO AMP", comprado en $117 millones, es un insumo de elevado costo clave para la inmunoterapia que permite combatir el cáncer de vejiga. O la "NITROGLICERINA 0,6 MG S-L FRA 30 CM", que costó $56 millones, es utilizada para prevenir ataques de angina de pecho y como terapia contra la insuficiencia cardíaca congestiva.
Lo mismo respecto del Galvus Met, cuyas dosis vencidas Cenabast las compró en más de $27 millones. Es un medicamento indicado para la Diabetes, enfermedad que en Chile —según las últimas estimaciones— padecen más de dos millones de personas.
Historia repetida
En 2022, la Contraloría General de la República realizó una auditoría al sistema de compras, administración y distribución de medicamentos y detectó pérdidas por más de $506 millones por insumos vencidos. Como consecuencia de esto, el ente fiscalizador instruyó a la Cenabast “habilitar alarmas de vencimiento en el sistema que le permitan gestionar de mejor manera la distribución de los productos y con ello evitar las citadas falencias, informando documentadamente el estado de avance de tal acción”.
Pero no fue la única vez. Dos años antes, en octubre de 2020 la Contraloría publicó los resultados de otro informe, en el cual indicó que entre 2017 y 2018 la Central de Abastecimiento debió eliminar productos por un valor de $3.354 millones.
—Tenemos una serie de procedimientos para minimizar el vencimiento. A nosotros nos duele el vencimiento, obviamente, porque nos afecta de un montón de maneras —reconoció Espina en septiembre pasado.
Asimismo, sostuvo que han tratado de disminuir las compras que pasan por la bodega de Cenabast y, en el caso de los programas ministeriales, están informando de manera mensual el estado de stock de los productos.
Pero una de las medidas de mayor impacto es que la Cenabast ya no tiene bodega con administración propia, sino que contratan el servicio de un externo de la mantención, trazabilidad y vencimiento de los fármacos.
Con todo, Espina recalcó que la Cenabast transa $1,7 billones al año y que el vencimiento es un porcentaje muy bajo de aquello. Sin embargo, son más de $5.000 millones que ciertamente podrían ser mejor utilizados.
—¿Es posible que alguna vez estas pérdidas lleguen a niveles inferiores?
—Sí, siempre —admitió el director.