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Criminales venezolanos viajaron desde Perú

Chile, destino de secuestro extorsivo: el caso que sacudió a una familia en la Región de O'Higgins

Alejandro Meneses

Lunes 14 de julio de 2025

Todo comenzó con un dato: una suculenta cifra en efectivo en una parcela, guardada al interior de calcetines. Esa información viajó miles de kilómetros, traspasó fronteras, hasta que una banda desde el extranjero viajó a Chile a protagonizar el atraco en un campo de la Región de O'Higgins.

14 de febrero de 2024, 4:00 am.

Un grupo de delincuentes llegó hasta una parcela en una lacónica zona campestre. Los residentes fueron amarrados y distribuidos en distintas piezas por un grupo de entre 6 a 8 sujetos. De acuerdo a la investigación, golpearon al dueño de casa, le sustrajeron varios millones de pesos, joyas y se llevaron hasta el DVR con el registro de las cámaras de seguridad. 

—¡¿Dónde está el calcetín con la plata?! —preguntaron los atracadores.

Las víctimas mostraron el cajón de calcetines, pero no había dinero allí esa noche. Según el fiscal Carlos Fuentes, el día previo el botín sí estaba ahí. Los delincuentes, frustrados, se enojaron.

Pero en lugar de escapar, uno de los sujetos habría hecho una llamada para recibir instrucciones. En simple, una especie de autorización sobre cómo proseguir. 

La orden que recibieron fue secuestrar a la cónyuge y a alguna de sus hijas. 

Según la indagatoria, hubo un superior que dirigió y estableció constantemente los pasos a seguir: una especie de gerente delictual que dio instrucciones, aparentemente, desde otro país.

Tenían claro qué era lo que hacían, cuál era su casa y también la forma en que guardaban el dinero en efectivo: dentro de calcetines.

Los detalles de esta historia de extorsión y secuestro permiten entender, en parte, cómo hoy se realizan estos delitos, que parecen sacados del guion de una película de terror y donde la imaginación se queda corta. 

Así lo reconoce Hassel Barrientos, jefe de la BIPE Antisecuestros de la PDI.

—Lamentablemente el crimen organizado transnacional es el fenómeno delictual que estamos enfrentando actualmente, no solamente en Chile, este es un fenómeno criminal que viene de la región, incluso del mundo, es un fenómeno que viene en aumento. 

Al alza en frecuencia, violencia y estructura criminal. Se trata de bandas transnacionales, con brazos operativos en Chile, que organizan robos, secuestros y extorsiones contra blancos en nuestro país. Viajan, operan y escapan. 

"Sabemos que son trabajólicos"

La paz de esta familia se rompió el 14 de febrero del año pasado, pero se planificó, programó y organizó mucho antes.

Las investigaciones policiales determinaron que el venezolano Nestor Guariné estableció comunicación telefónica el 9, 10, 11, 12, 13, 14 y 15 de febrero con un número en que le habrían entregado todos los antecedentes de sus próximas víctimas. La última llamada, de hecho, es las 2:39 de la mañana; una hora y media antes del atraco.

En paralelo, durante esos días, se logró acreditar que Guariné se reunió con otro venezolano de nombre Wacris Cabarca, quien fue clave en la operación criminal que se fraguó la Región de O'Higgins.

Hasta que llegó el día.

14 de febrero de 2024, 4:00 a 5:30 am.

En su declaración el dueño de casa relató así lo sucedido. 

Siento una presión en el pecho y al despertar observo a dos hombres a rostro descubierto, de acento venezolano, de tez morena, quienes vestían uno poleron blanco, con jeans rotos; y otro con poleron negro, los cuales me gritaban dónde tenía la media con el dinero y los dólares, apuntandome a la cabeza una pistola con mira láser.

—Cuando nos tapan la cara y escucho a las personas que ingresaron, ya ellos sabían por dónde entrar —declaró la esposa—. Eran cinco personas: dos de ellos eran chilenos, por el acento. Habían dos que eran venezolanos y uno que siempre me confundió su acento, si era venezolano, ecuatoriano o peruano. No sé. Siempre tuve esa confusión.

El matrimonio y sus dos hijas menores de edad, de un momento a otro, sufrieron una pesadilla que se prolongó por una hora y media al interior de la parcela. 

De acuerdo a su relato, el dueño de casa fue amordazado, maniatado y sacado de su habitación. Acto seguido, lo golpearon con la pistola en la cabeza y le advirtieron que si no entregaba el dinero y las joyas matarían a su familia. Además lo intimidaron diciendo que le iban a cortar un dedo del pie y, si se resistía, harían lo mismo con su familia. Insistieron pidiendole dinero, joyas o especies de valor. De lo contrario, lo iban a secuestrar.

Ellos estaban pidiendo 100 millones de pesos. Yo les decía que nosotros no teníamos ese dinero y que si querían se llevaran las lanchas, porque nosotros no teníamos dinero —aseguró la mujer.

Durante el atraco, la víctima declaró que intentó dialogar con uno de ellos.

—Tenemos ocho años viviendo acá y todo el que nos conoce sabe cómo llegamos y cómo lo hemos ganado —le insistió durante el robo.— Me dijo: "Sí, sí, eso lo sabemos, que son súper trabajólicos".

Finalmente, lograron robar $8,2 millones en efectivo, relojes, joyas, teléfonos celulares y las llaves de 4 vehículos. Pero no era el botín que ellos esperaban. 

Del campo a Estación Central

En el acto, uno de ellos admitió su decepción.

—Él me decía "que no era para lo que él vino, lo que le pintaron, que pensaba que iba a encontrar rolex y un montón de cosas —relató la dueña de casa—. Y yo le digo: estás equivocado, los mal informaron, esto debe ser venganza o envidia.

Según la investigación, Wacris Cabarga, el venezolano a cargo de la operación criminal pidió instrucciones telefónicas con el cerebro delictual tras el atraco.

Mientras permanecía amarrado, el dueño de casa dice que lo advirtieron de lo que venía. Se iban a llevar secuestrada a su esposa y su hija menor. Para su liberación, debía pagar $60 millones de pesos. Ellas podrían zafar siempre y cuando no denunciara el asunto a las policías. 

Acto seguido —según declaró— se las llevaron a ambas en el vehículo de su esposa.

El dueño de casa logró desamarrarse unas dos horas más tarde, a las 6:00 de la mañana.

Acto seguido, desamarró a su hija mayor y corroboró que las amenzas eran ciertas: efectivamente habían secuestrado a una de sus niñas y a su mujer. De acuerdo con su relato, cruzó hasta la casa de su vecino y le pidió ayuda. Luego avisó a sus amigos, pero en principio no quiso acudir a Carabineros por miedo a que le hicieran daño a su familia.

—En estado de shock… un amigo lo convenció de venir porque estaba con miedo de represalias —cuenta a Informe Especial el sargento primero Iván Romero, quien recibió la denuncia de la víctima una vez que logró desamarrarse. 
—¿Había tenido en esta zona un delito de estas características, tan violento?
—En esta zona, yo que llevo ocho años aquí, en esta zona, nunca… Nunca un delito tan violento de secuestro y robo con intimidación y extorsión —reconoció.

A la hora que activó la denuncia en Carabineros, su mujer y su hija viajaban secuestradas desde la Región de O'Higgins a la capital. 

A las 06:41 de la mañana, el vehículo de su esposa fue registrado en el peaje de Pomaire. 

—Se desplazan hasta un departamento en la comuna de Estación Central, utilizado como un lugar de cautiverio —detalló el subprefecto Hassel Barrientos, jefe de la BIPE Antisecuestros de la PDI.

Al volante iba Cabarca —relató el fiscal Carlos Fuentes— quien fue hablando por teléfono constantemente en el camino, porque el lugar que tenían de cautiverio ya no lo podían ocupar, porque en ese momento se estaban ejecutando allanamientos en la zona. 

—Ahí llegan a un domicilio que es un departamento en Santa Petronila, en la Comuna Estación Central —contó el persecutor. 

Vaciamiento de cuentas

14 de febrero de 2024, 7:50 am.

Los secuestradores y sus víctimas llegaron al inmueble ubicado en Estación Central.

—Había otro integrante de esta organización, que dispone de un departamento y saca a tres mujeres de dicho lugar. Supuestamente prestaban servicios de escort y se las llevan a otro departamento de este mismo sujeto, que se llama Marvin Mosquera. Ahí ingresaron en el quinto piso a la mujer y a la niña de cuatro años —relató Fuentes.

—Uno de ellos, el pequeño le dice al moreno de que cargara a la niña y (fingiera) como que él era mi pareja —declaró la dueña de casa—.  Nunca solté a mi hija y nunca se la di. La jalé fuerte. Uno de ellos me dijo que avanzara rápido y abracé a mi hija para que no me la quitaran y él me decía que actuará con normalidad. Pero el pequeño nunca me quitaba la mirada de encima, para que no hiciera ningún gesto.

En dicho lugar, los extorsionadores cometieron su primer error, el que más tarde permitió a la policía identificar el lugar de cautiverio: conectaron la tablet de la niña a internet, para mantenerla tranquila. 

—Cuando me llevan al departamento, me sentí abusada —recalcó la mujer—. Sentí que uno de ellos intentó propasarse conmigo y él estaba drogado. Y entonces yo traté de mantener la calma para que él se calmara. Fue uno morenito delgado. Si me lo muestran, lo reconocería. Me acarició las manos. Me decía que me acostara allí. Yo le decía que no, porque no quiero. Estoy mal.

De acuerdo con la PDI, estuvieron casi 12 horas en ese lugar. Los secuestradores sabían que ella tenía acceso a las cuentas de la empresa familiar y mientras esperaban el dinero exigido al esposo por el rescate, la obligaron a transferir.

En concreto, efectuaron dos transferencias de $5 millones. Primero a una mujer llamada Adriana Aldana, y a otra de nombre Mayerlin Herrera. 

—Ambas venezolanas —recalcó el fiscal Fuentes.

De acuerdo al testimonio de la dueña de casa, uno de los secuestradores, el que estaba más tranquilo e intentaba calmar a los otros, le dijo que iba a tratar de negociar para que se consiguieran $60 millones y no los $100 millones que estaban pidiendo.

—Yo trataba de ser accesible para ellos tratando de sí o sí no se preocuparan. Él era el más tranquilo (...) y fue el que llamó a las mujeres a las cuales les iban a transferir —aseguró la mujer.

Ambos giros bancarios efectuados a esa hora, y hacia personas desconocidas, llamaron la atención de la ejecutiva del banco. Como medida de protección, ella decidió bloquear una tercera transferencia y no la pudieron realizar.

—En ese momento los sujetos, como ya no tienen nada más que sacar, lo que hacen es darle instrucciones a Marvin Mosquera para que se lleve el auto de las víctimas hasta un lavadero de autos, donde el vehículo es limpiado por dentro y por fuera. No dejaron rastro alguno que pudiera ser útil para ser levantado —explicó el fiscal.

El auto finalmente apareció abandonado en Quilicura.

"Tu esposo firmó tu sentencia de muerte"

14 de febrero de 2024, 10:20 am.

Los extorsionadores sacaron a las víctimas del lugar de cautiverio.

—Yo estaba tratando de hacer las transferencias, el banco me había llamado. Entra el gordito súper alterado y dice: "Tu esposo acaba de poner la denuncia, y se nota que no las quiere, porque se lo dijimos, que él iba a ser responsable de lo que le pasara a ustedes y firmó la sentencia de muerte de ustedes dos". El corazón se me iba a salir —reconoció.

Ella pidió desesperadamente comunicarse con su esposo. Pero los secuestradores no hacían nada sin antes consultar por teléfono al cerebro delictual detrás del secuestro extorsivo.

—El muchacho se pone agresivo y dice: "Yo he sido muy pacifico con ustedes (...) esto que hacen me descontrola". Y yo: "Ay, Díos mío (...)". El bajito dice: "Tenemos que sacarlas de aquí, porque ya saben y van a empezar a buscarlas". Y en eso llaman al jefe, que quiere subir. Yo me asusté —relató la mujer—, porque dije: "No sé qué harán estas personas", y no sé, de verdad, me puse nerviosa y dije: "Mi esposo no puede haber puesto la denuncia". Yo estaba pensando: "No sé para dónde me van a llevar".

Acto seguido, Wacris Cabarca subió a la mujer y a su hija al auto blanco de Marvin.

—Cuando me llevaban en el auto me iban diciendo que no va a ser hoy, no va a ser mañana. Puede ser una semana. Un mes, dos meses, un año, pero si no buscas el dinero, nosotros vamos a ir otra vez por ustedes. 

Desde Estación Central la llevaron hasta una apartada zona industrial en Quilicura.

—Ellos me dicen: "Te vamos a dejar en un sitio, que en el auto están las llaves. Tú auto esta allá". Ellos me dejan como en una cuadra y estaba el que quería como medio propasarse y se baja conmigo (...) estaba drogado. Me dice que me baje y voltee, que viera para otro lado (...) agarré a mi hija y la puse en mi pecho. Y yo le decía: "No te muevas, quédate tranquilita, para abrazarla y darle la espalda a ellos", y esperando lo peor hasta que después no había nadie por allí. Me desplomé y me puse a llorar —relató en su testimonio a la PDI. 

Un año después, la fiscalía trabajó incluso con el FBI para lograr la captura de la banda criminal, que hoy se encuentra distribuida en distintas naciones. Huyeron de Chile pensando que al salir del país podrían escapar, pero se equivocaron.

Tras los secuestradores

Luego de revisar las cámaras y periciar todos los antecedentes de este violento secuestro extorsivo, la policía concurrió hasta el departamento de Estación Central utilizado como lugar de cautiverio. 

Allí la PDI logró la detención de uno de los autores materiales, además de otras dos personas pertenecientes a esta banda criminal, a quienes les imputaron delitos de infracción a la ley de armas y de drogas. 

Según detalló el fiscal Fuentes a Informe Especial, en Chile ya hay un formalizado por el secuestro: Marvin Mosquera. Está en prisión preventiva.  Él y los otros detenidos están acusados y su juicio oral está fijado para el 29 de julio. 

El jefe operativo del secuestro, Wacris Cabarca —quien recibía las órdenes desde el extranjero— entró y salió del país por un paso no habilitado. Sin embargo, fue detenido.

—Lo hemos capturado acá en Perú. Y ese es el trabajo que tenemos que llevar coordinado. Nuestros delincuentes escapan a protegerse en países vecinos y ellos también ingresan al Perú, inmediatamente tenemos que tener una cooperación rápida, inmediata, para darles un mensaje. La delincuencia tiene fecha de caducidad y sí o sí tenemos que terminarla —aseguró el coronel Franco Moreno, jefe de la División de Extorsiones de la policía peruana.

En los mismos términos lo destacó el fiscal nacional Ángel Valencia: 

—Imagínese si nos quedáramos solo con las personas que participaron en la extorsión en Chile. El sujeto más relevante, el sujeto de la intervención directa, estaba en este momento en otro país —enfatizó el persecutor—. Y para eso necesitamos buenos vínculos de cooperación con las fiscalías extranjeras.

Wacris Cabarca hoy se encuentra tras las rejas a la espera de ser extraditado a Chile para enfrentar a la justicia. Y no es el único, también sus dos compatriotas que recibieron los $10 millones en sus cuentas tras el secuestro.

Adriana Aldana, cuando pasó de Venezuela a Colombia, activó la alerta roja de la Interpol y fue capturada en tierras cafeteras. 

Mayerlin Herrera, en tanto, fue ubicada en la ciudad de Atlanta, en Estados Unidos. Si bien aún no está detenida, esperan que próximamente sea capturada y se tramite su extradición a Chile.

Pero todo esto no hubiese sido posible sin la valentía de las víctimas que se atrevieron a denunciar. 

—Nos permite identificar dónde están ocurriendo los problemas, a las policías les permiten realizar planes de prevención —recalcó el fiscal Valencia—. Y a nosotros nos permite hacer análisis criminal para poder entonces levantar antecedentes que nos conduzcan a investigaciones productivas o efectivas respecto de bandas. Esa información la ocupamos y es útil.

Sobrevivir para contarlo, como en este caso, no es el final de la historia. Hoy no importa que los delincuentes huyan fuera del país para intentar evadir su responsabilidad y se escondan en el extranjero. Si existe coordinación entre las autoridades, la justicia puede tardar, pero finalmente los alcanza.