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La megacárcel de Bukele por dentro: desde los privilegios a la mano dura contra las pandillas

En 2008, Informe Especial conoció de primera mano la realidad de las pandillas, que por entonces tenían prácticamente el país bajo control. Hoy, 15 años después, de regreso en suelo centroamericano, la situación ha tomado un giro. El Salvador marcó un antes y un después con la cárcel de Nayib Bukele, al mando del país desde 2019. Mientras algunos celebran la decisión de poner mano dura, sectores disidentes reclaman por los excesos y arbitrariedades del nuevo modelo empujado por el autodenominado "dictador más cool del mundo".

Alejandro Meneses, Rodrigo Pizarro y Juan Pablo Meza.

Lunes 17 de marzo de 2025

Nosotros somos muy diferentes a los demás. Por eso nos hacemos llamar raza, somos raza unida.
Si tocan a una, es como que toquen el panal de avispas. 
Somos hijos de la maldad, somos tinieblas.

Todos esos son testimonios recogidos en 2008, durante la primera visita del periodista Alejandro Meneses a San Salvador, para el reportaje "Las maras: pandillas sin salvador". En ese entonces, estos grupos eran los protagonistas en un país considerado uno de los más peligrosos del mundo y donde los homicidios eran calificados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una epidemia. 

En aquella época, entre el 60% y el 70% de los delitos graves que se cometían en El Salvador eran perpetrados por miembros de pandillas. 

Más de 15 años después, IE volvió al país centroamericano para conocer la nueva realidad que se vive en esas latitudes. La situación hoy luce distinta. Desde 2019 está en el poder Nayib Bukele, autodenominado "el dictador más cool del mundo". 

Él decidió poner mano dura. Desde 2022, puso a El Salvador bajo estado de excepción y —según afirman las autoridades de ese país— le declaró la guerra a los pandilleros. El 2023 inauguró el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), una megacárcel de máxima seguridad con capacidad para 40 mil presidiarios, equipada precisamente para dichos grupos de alta peligrosidad.

En definitiva, una serie de acciones que los transformó en el país con mayor porcentaje de población encarcelada del planeta. 

Los pandilleros ya no tienen los privilegios de antaño y fueron sometidos a una reclusión mucho más estricta, que en muchos casos vino aparejada con excesos.

Son parte de las luces y sombras de un proceso que es observado por el mundo, y cuyas arbitrariedades han recibido una crítica permanente de organismos internacionales de derechos humanos.

La cárcel de Bukele

A dos años de su puesta en marcha, Informe Especial entró al Cecot para ver el funcionamiento de esta polémica megacárcel, la más grande de Sudamérica, que custodia miles de pandilleros considerados terroristas por el Estado salvadoreño. 

Desde San Salvador, el recinto penitenciario queda a unos 70 kilómetros, una distancia similar a la que hay entre Santiago y Los Andes. 

Antes de llegar hay que pasar por varios cordones de seguridad. Algunos supervisados por el ejército, otros por la policía en combinación con los custodios de los centros penales, que en Chile son conocidos como gendarmes. 

El Cecot fue construido en un tiempo récord, menos de un año. 

¿Para quién está diseñado el Cecot? Para esos asesinos seriales, para quienes ni la ciencia ni la medicina han logrado nunca resetearle el cerebro a un animal de esos —asegura Gustavo Villatoro, Ministro de Justicia de El Salvador.

Belarmino García es el único director que ha tenido dicha cárcel en sus dos años de funcionamiento y fue el guía al interior del recinto. Controla cada rincón de los 23 edificios de la prisión y de las 19 torres de vigilancia que componen la construcción de esta mole de cemento que se emplaza en 116 hectáreas de terreno.


Viniste hace 15 años. Creo que te acordarás de todo lo que los internos tenían al interior. Parecían que eran bazares con las cantidades de ropa, zapatos y electrodomésticos que tenían —subraya BelarminoAhora estás viendo cuál es la realidad. Esto es una prisión, esto es tener el control.

Para ingresar, el equipo de Informe Especial tuvo que pasar por los equipos de rayos, detectores de metales, escáneres corporales y un férreo control. Básicamente, el mismo sistema de seguridad que utilizan cuando llega un interno al penal. 

Dicha infraestructura garantiza que ellos se van a quedar acá de por vida. Intento de fuga, imposible. Aquí no existe régimen de visita familiar, mucho menos visita íntima ni visita profesional. El contacto es cero con el exterior —destaca el Director del Cecot.

En el recinto están recluidos miles de pandilleros. La cifra exacta es indeterminada oficialmente. Según indicaron, no la entregan por protocolo de seguridad. Aunque Belarmino da algunas luces. 

La capacidad real es de 40 mil.
—¿Y cuántos hay? 
Ahorita vamos en ascenso a los 40 mil.

Al ingresar, inmediatamente llama la atención un detalle: todos los guardias cubren su rostro y nadie lleva identificación a la vista. Por cierto, muy distinto respecto al funcionamiento de una cárcel chilena.

De la guerra civil a las pandillas

El Salvador es un país pequeño. Tiene poco más de 20.000 kilómetros cuadrados, con 14 departamentos y 44 municipios donde se distribuye su población de 6 millones de habitantes. En simple, tiene una superficie total un poco menor que la comuna de San Pedro de Atacama, en el norte de Chile.

Allí se libró una guerra civil que se extendió desde fines de los años 70’ hasta 1992. Eso produjo una migración masiva, que hizo que desde entonces la economía del país dependa en gran medida de las remesas enviadas desde Estados Unidos. Pero no solo recibió dólares desde Norteamérica.

—Comenzó la deportación de pandilleros explica el Ministro de Justicia Gustavo Villatoro—. Nos empezaron a cambiar las leyes para poner todo ese montón de herramientas que los mismos pandilleros van a necesitar en la siguiente década, en la década del 2000, 2010. Hubo una década de explosión mediática del fenómeno pandilleril, donde todo el que venía a este país decía que era imposible derrotarlo.

Justamente en esa época Informe Especial viajó a conocer el fenómeno de las dos pandillas que dividían al país. Por un lado, la 18; y por el otro, la SM. También conocida como la Mara Salvatrucha. Enemigos a muerte que ya se disputaban en el 2008 el control del territorio. 

En cada tatuaje, un significado; en cada seña, un lenguaje. No fue fácil entrar en el mundo de las maras, las pandillas que prácticamente eran parte del paisaje en El Salvador.

Gilberto Henríquez, Director de Centros Penales de la época, graficaba así la cruda problemática:

—Despedazan a las víctimas y los dejan tirados en varios lugares de la ciudad. Por el otro lado, homicidios simples, extorsiones y secuestros son los tres delitos que más cometen los pandilleros. 

En aquel entonces, la televisión salvadoreña mostró uno de los primeros registros de un bautizo en una pandilla. Básicamente una paliza grupal contra un nuevo miembro. 

—Como boleto de entrada le exigen un asesinato —explicaba Henríquez en 2008. 

Mano dura

Más de una década después, las cosas han cambiado.  Así lo describe el actual Ministro de Justicia, Gustavo Villatoro. 

—Montamos la estrategia para poder derrotar a ese estado criminal, que era muchísimo más efectivo en recaudación. Ellos tenían sometido a más de 6 millones de salvadoreños. Ellos eran los que impartían justicia. Tenían un ejército de matones, asesinos seriales, que eran los que ponían orden en las comunidades. En fin, eran básicamente un estado criminal. 

Fue un hito delictual el que hizo cambiar todo. Entre el 25 y el 27 de marzo de 2022 se registró un alza de homicidios que dejó un total de 87 personas muertas en sólo un fin de semana.

A raíz de aquello, la reacción policial llegó como una avalancha.

—Ellos nunca esperaron que de un día para otro más de 50.000 fuerzas del orden fueran con más de 76.600 órdenes de registro a todos esos terroristas a nivel nacional. Sin mencionar todas las otras estrategias específicas, operaciones quirúrgicas que teníamos que hacer contra algunos cabecillas —destacó el Ministro Villatoro.

Fueron casi 80.000 fichas policiales de los llamados terroristas pandilleros.

Con las detenciones masivas, las cárceles rápidamente colapsaron. Por eso decidieron construir el Cecot, una obra que se concretó en tiempo récord, en apenas nueve meses, de la mano de reos comunes.

Pero dicha reacción también ha ido de la mano con excesos. De acuerdo a voces disidentes, a lo menos 35 mil personas han sido capturadas de manera arbitraria. 

Más aún, las propias condiciones para ingresar como equipo de prensa incluyeron una serie de limitantes. Por un lado, permitieron ingresar celulares para registro audiovisual. Pero aunque señalaron que no habría restricciones para grabar, sí hubo instrucciones permanentes.

Por ejemplo, no fue posible establecer comunicación con ningún interno de forma autónoma. Sólo se permitió una entrevista de 5 minutos con un reo elegido por el director.

Control absoluto

El escenario fue claramente distinto respecto a lo ocurrido hace 15 años. En ese entonces, Informe Especial pudo acceder a una cárcel exclusiva para la pandilla 18, la más antigua, ubicada en un departamento colindante de San Salvador. Allí fue posible tener contacto directo con la población de maras. Sin embargo, el director del penal en dicha época subrayó que "debían entrar al recinto bajo su propia responsabilidad".

Aunque al interior no fue sencillo obtener la visión de los pandilleros. El recibimiento fue hostil.

—Sabe que no me llega mal que me ponga a hablar de la zona mucho. Pero tienen que ganárselo. 
—Nosotros somos muy diferentes a los demás. Por eso nos hacemos llamar raza, somos raza unida. ¿Me entiende?
—La pandilla para nosotros es un gran orgullo pertenecer a la street gang, a la 18th street.
—Somos verdaderos gangsters, entonces nosotros somos una cultura que ha venido procreándose a través de los tiempos. Estamos entre el mal, somos hijos de la maldad, somos tinieblas.

En 2008, las cárceles estaban segregadas por pandillas. Hoy están todos mezclados y no hay diferenciación alguna entre los internos. 

—¿A quiénes tenemos nosotros acá? A sujetos, miembros de pandillas, que de acuerdo a las últimas reformas de ley pasaron a ser organizaciones terroristas. Sujetos que por mucho tiempo causaron tanto luto y dolor a nuestra sociedad salvadoreña —precisa Belarmino García, Director del Cecot.

Para el control total del penal es crucial, dice, el armamento. En su mayoría es de acción letal, tanto para el perímetro principal y también el patrullaje externo de la prisión. Mientras que cientos de escopetas calibre 12 son la clave al interior de la cárcel, mediante inspecciones permanentes a los pabellones. 

El control es total. Los presos pasan encerrados 23 horas y media dentro de la celda. Y la media hora que pueden salir lo hacen inmovilizados parcialmente por esposas y grilletes.

—En las manos de ellos estaba decidir quién vivía y quién moría. Son sujetos que a la menor oportunidad pueden causar daño —remarca Belarmino—. Utilizamos esposas de mano, esposas de pies. También en algunas conducciones utilizamos cadenas de cintura y grilletes de pie y mano. 

La seguridad del Cecot, en tanto, no depende de una sola institución. La Fuerza Armada se encarga de todo el perímetro principal y patrullaje externo. La Policía Nacional Civil controla el patrullaje interno y el personal penitenciario que está en cada uno de los módulos, de la operatividad diaria. Las opciones de escapar son prácticamente nulas. 

Una vez que estos terroristas ingresan al Centro de Confinamiento del Terrorismo, no van a volver a salir. Y eso es literal —destaca el director del penal. 

"Iluminados internacionales"

Informe Especial pudo ingresar al módulo cuatro, uno de los ocho que tiene el Cecot. Los funcionarios aseguraron que son todos exactamente iguales entre sí, pero en rigor sólo fue posible recorrer ese en particular.

En el interior deben compartir entre todos hasta la taza del baño. El agua se les proporciona racionada en estanques de plástico, que deben repartirse. Aquello, pese a que las pandillas rivales están mezcladas.

El Ministro de Justicia, Gustavo Villatoro, destacó los avances en seguridad y al mismo tiempo mostró desprecio por el respeto a los derechos humanos.

—Logramos, como Estado, por fin, tener el control de las cárceles e incluso ya empezamos a generar toda esa mezcla porque los gobiernos anteriores, por recomendaciones de estos perversos iluminados internacionales... 

—¿Estamos hablando de organismos de derechos humanos? 

—De derechos humanos, que es lo que tú querrás mencionar. Todos estos perversos que estuvieron en este país en los últimos 30 años, ellos casi que legitimaban la autoridad pandillera al definir o recomendar que este penal era del MS, este penal era de la 18. Llegó el Presidente Nayib Bukele y se rompió por completo. Ordenamos, eso sí, los penales de pandillas y los penales de delincuentes comunes, para los cuales tenemos otro tipo de estrategia, otro tipo de programa. 

Al mediodía, en el Cecot se reparte el almuerzo. La dieta no considera proteínas para ellos, sólo carbohidratos. Al desayuno y a la cena se les da arroz con frijoles (porotos); para el almuerzo, pasta y arroz. 

—¿Es el menú permanente? 
—Este es el menú permanente para la población en general. Aquí no existe menú especial —cuenta el director de la cárcel, Belarmino García—. No existe pollo o carne para este tipo de población. 
—¿Ni siquiera en las épocas de fin de año?
—Ni siquiera en las épocas de fin de año. No existen eventos especiales. No existen comidas especiales. Todos comen lo mismo.

En las celdas se ven dos pilas: los recipientes de agua que utilizan para lavar el calabozo y para bañarse. Y el barril donde tienen el agua que ingieren. Mientras que a los costados están los baños.

Los catres multiniveles, que alcanzan prácticamente cinco pisos, son una lámina. Una lata.

—No existen colchonetas. Ellos están vistiendo el uniforme asignado acá, que es blanco.
—¿Y cuántos caben en uno? 
—Hay un espacio para 80 reos en cada una de las celdas. Pero las cantidades ahorita oscilan —se anticipa a responder Belarmino.

Y es que hay una gran diferencia. En el Cecot no se contempla la reinserción social de los miembros de las Maras. Es un privilegio que sólo alcanzan los reos comunes.

¿Cómo se construyó el Cecot en tan corto tiempo? ¿Cómo funciona hoy el sistema penitenciario para los reos de baja peligrosidad? ¿Qué dice uno de los reclusos que cometió más de 500 homicidios? ¿Cuáles son las denuncias de los organismos de derechos humanos? Todo eso será parte de la segunda entrega de este reportaje de Informe Especial, que podrás ver la noche de este lunes en 24 Horas Central.