A San La Muerte se le ha conocido en los últimos meses como el santo de devoción de narcotraficantes y delincuentes, ya que cada vez aparece más seguido en casos violentos en Argentina.
En este mes se encontró un altar con esta figura en la casa allanada por la Policía Federal para liberar a una adolescente que pasó nueve años encerrada en el garaje de sus cuidadores legales.
Pero, ¿de qué se trata este culto no aceptado por la Iglesia Católica?
Según los mitos y leyendas que circulan al otro lado de la cordillera, San La Muerte nace tras la expulsión de los jesuitas en sus misiones por América en 1767 al mezclarse sus creencias cristianas con las indígenas.
El objetivo de seguir a esta figura que suele representarse como un esqueleto con una guadaña en una mano y cubierto con una capa negra y roja es conseguir cosas difíciles, el amor de alguien o vengarse, ya sea de un desaire como de un mal recibido.
San La Muerte es venerado en varios países de Latinoamérica, señalan diversos medios argentinos, y se ha hecho popular entre los presos y narcotraficantes al considerarlo un protector de quienes llevan vidas violentas.
Quienes portan amuletos de San La Muerte, que sólo funcionan si son bendecidos por un sacerdote, creen que son inmunes a maleficios y desgracias.
Además, al orarle se deben presentar ofrendas que suelen ser cigarros, alcohol, flores o golosinas.