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Arzobispo de Santiago pide entregar información sobre detenidos desaparecidos: revisa ACÁ su discurso completo

Además, dijo que "la Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana y apoya cuanto promueva el orden natural en el ámbito de la institución familiar".

24horas.cl

Lunes 18 de septiembre de 2023

El arzobispo de Santiago, Celestino Aós, lideró el tradicional Te Deum Ecuménico en la Catedral Metropolitana, donde pidió entregar información acerca de los detenidos desaparecidos, a propósito de la conmemoración de los 50 años del Golpe de Estado.

"Hacen daño quienes ven sufrir a hermanas y hermanos, porque no conocen la verdad acerca de sus familiares detenidos o desaparecidos", expresó en la instacia. 

"Hermanos que tienen informaciones, les pedimos, por el bien de los familiares que sufren y por el bien de ustedes mismos, que compartan esos datos. De la mejor forma, nosotros, como Iglesia Católica, estamos disponibles para prestar ese servicio de recibir la información y entregarla anónimamente a las autoridades", complementó.

"La Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana"

En la misma instancia, Aós abordó otros temas y afirmó que "sólo donde existen el amor y la fidelidad, nace y perdura la verdadera libertad. Por eso, la Iglesia aboga por adecuadas medidas económicas y sociales para que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización; para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia sean decididamente apoyados por el Estado; para que se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción; para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente".

"Por eso, la Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana y apoya cuanto promueva el orden natural en el ámbito de la institución familiar", añadió. 

Revisa su discurso completo:

"Te alabamos Dios nuestro por Jesucristo, que es nuestra Luz y nuestro Camino; te alabamos porque Jesucristo nos enseña e ilumina el camino de la vida. Jesucristo ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia, para que desarrollemos los talentos y potencialidades que hay en nosotros, para bien de todos.

Si quieres llenar tu vida y alcanzar la vida eterna, ama a Dios y ama al prójimo. Asegura Jesús: 'Si haces esto, tendrás la vida'. La vida aquí y después la vida eterna en el cielo. ¿Queremos de verdad un Chile de la vida, un Chile que sea una mesa para todos, donde todos tengan pan, trabajo, respeto, alegría? El futuro está delante, es la meta lo que nos debemos trazar y buscar. El camino pasa por el amor: hagamos de Chile un país de la vida, donde cada ser concebido pueda ser gestado y nazca dignamente, que viva dignamente, que muera de muerte natural dignamente. Que cada uno pueda nacer, vivir y morir humanamente con dignidad.

Alabado seas mi Señor por todas tus criaturas: por el hermano sol y la hermana luna, por las estrellas y el aire y la nube, por la hermana agua y el hermano fuego, por las altas cordilleras y los valles, por los mares y los ríos y las minas y los campos, por las carreteras y ciudades. Chile es tierra y mar, suelo y aire, que debemos disfrutar, agradecer y cuidar. Alabar a Dios por nuestra geografía y nuestro suelo es cantarle, pero sobre todo es tener conciencia y responsabilidad, cuidar la tierra y trabajarla para que dé frutos, cuidar el agua, y compartir los frutos de la tierra y el mar.

Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas. Amar a Dios es reconocer y respetar la tierra y el universo: son de Dios y son de los hermanos. Nadie puede apropiárselos, nadie puede maltratar la tierra y los animales y luego decir que ama a los seres humanos.

Alabado seas por cada uno de nuestros hermanos y hermanas, los seres humanos, por cada chileno y chilena. Por quienes nos precedieron, por los que ahora convivimos y por lo que vendrán después de nosotros.
Debemos convivir como hermanos, los nacidos en esta tierra y los inmigrantes llegados desde otros lados. Traemos historia de desencuentro, de maltrato, de muerte. La hemos recordado en estos días; y nuestro recuerdo quiere se compromiso de todos de no recurrir a la violencia, que trae destrucción, barbarie, dolor y muerte. Y traemos en nuestra conciencia el eco de la voz de Dios: '¿qué has hecho de tu hermano?'

Alabado seas, Señor Dios, porque nos has dado tu santa Ley para que podamos convivir como hermanos. Los Mandamientos de Dios no son cadenas que nos esclavizan, sino orientaciones y ayudas como señales de tránsito en nuestro camino de la vida, en nuestra convivencia.

Ser bueno es la mejor manera de ser feliz: Dios grande e inmortal, no me abandones, trata a tu siervo según tu amor y enséñame tus leyes; Señor, la tierra está llena de tu amor, enséñame tus leyes. Soy peregrino en la tierra, no me ocultes tus mandatos. Esta es mi tarea: observar tus decretos. Quiero cumplir tus leyes. He escogido el camino de la lealtad, he elegido tus mandamientos, voy a meditar tus decretos y a fijarme en tus senderos. En el camino de tus mandamientos disfruto más que con cualquier fortuna. Jamás olvidaré tus decretos, pues con ellos me das vida. Brote de mis labios la alabanza, pues me enseñaste tus leyes, rezamos en el Salmo 118.

El mal, la desorientación de otros le duele al creyente, y el salmista reza: 'Mis ojos vierten ríos de lágrimas porque no se guarda tu ley'. 

Llevamos como la Virgen María esas palabras en nuestro corazón y las queremos hacer conducta y vida nuestra. Si cada uno de nosotros copia y tiene en sus cabeceras los Mandamientos de Dios, si cada día examinamos nuestro comportamiento, seremos más felices personalmente y seremos una mejor sociedad, tendremos una Constitución y leyes que reflejen el plan de Dios. La ley está para proteger a los buenos y honestos, y la ley debe servir para ayudar a los delincuentes y extraviados a que se corrijan y regeneren. Un país que no se preocupa de ayudar y regenerar a aquellos que están enfermos en su conducta ¿qué puede esperar? Simplemente disfraza la venganza de justicia.

Alabado seas por darnos a Jesucristo que es nuestro Salvador y Maestro. A Jesús le pregunto: ¿qué tengo que hacer para salvarme? ¿Quién es mi prójimo? Jesús me dice: anda, sé tú prójimo de los demás. Que no te sirve de excusa el mal que otros hayan hecho o hagan. Al mal se lo derrota con el bien. He de mirar y ver, y comprometerme: el compromiso de ser prójimo de los demás es no hacer daño. Jesús reconoce 'unos bandidos lo asaltaron y le quitaron hasta la ropa; lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto'. 

Hacen daño los que asaltan y hieren al caminante, los corruptos y los que roban, los que andan en la violencia o comercian drogas, los que insultan y difaman o calumnian, los que atacan y destruyen la familia y el matrimonio, los que ridiculizan la religión o impiden el libre culto, los que hieren o causan muerte por su irresponsabilidad en las carreteras; hacen daño quienes aterrorizan con la violencia en la Araucanía, en Santiago o en el norte. Hay muchos heridos que necesitan samaritanos. Chile necesita personas buenas, ciudadanos honestos.

Jesús nos enseña que hacen daño los que se desentienden y pasan de largo, aquellos que se preocupan sólo de su éxito y de su bienestar, aún a costa de marginar o lesionar a otros. Las omisiones, lo que debimos hacer y no hicimos, causan daño a los demás y a nosotros mismos. Hacen daño quienes no se involucran en los asuntos públicos, quienes pasan de prestar su colaboración en el campo social y en la política, ya que a todos nos benefician sus opiniones y sus votos. Hacen daño quienes no estudian y quienes no preparan con toda dedicación su clase y enseñan los valores; hacen daño quienes reducen la educación a la instrucción y no disciernen ni forman los valores, porque un ilustrado sin valores resulta un mayor peligro social; hacen daño quienes mecanizan y mercantilizan la medicina. Hacen daño quienes ven sufrir a hermanas y hermanos, porque no conocen la verdad acerca de sus familiares detenidos o desaparecidos.

En este día rezamos por los que hacen daño con sus omisiones, suplicamos a Dios y les suplicamos a ellos:

Convierte, Señor, sus corazones, para que entreguen la información que puedan tener. Hermanos que tienen informaciones, les pedimos, por el bien de los familiares que sufren y por el bien de ustedes mismos, que compartan esos datos. De la mejor forma, nosotros, como Iglesia Católica, estamos disponibles para prestar ese servicio de recibir la información y entregarla anónimamente a las autoridades.

Nuestra alabanza Señor de la Verdad, la Justicia, la Misericordia y el Perdón, ha de subir desde nuestra realidad; nos averguenzan nuestras maldades. La maldad siempre deteriora la convivencia, siempre destruye la vida. Te damos gracias Señor, porque nos ofreces la oportunidad de no pasar de largo, sino de ser buenos cristianos. Queremos un Chile distinto y más acorde a los planes y la voluntad de Dios; una sociedad que cumpla los Mandamientos de Dios y donde se conviva y se ayude como samaritanos de los que sufren: con nuestras palabras y con nuestros hechos rechazar la violencia en nuestro convivir, ser agentes y ejemplo del diálogo y el respeto mutuo.

En esta hora grande y hermosa de nuestra historia, Jesús nos repite: sé tú prójimo de los demás. Y especifica: ustedes deben amar a sus enemigos, y hacer bien, y dar prestado, sin esperar nada a cambio. Sí, es buena hora para ser cristianos de verdad, es buena hora para ser samaritanos.

A la memoria nos vienen mujeres y hombres que en tiempos difíciles y trágicos fueron samaritanos y ejemplo de amor a los necesitados: el Cardenal Raúl Silva Henríquez, el Obispo Fernando Ariztía y el P. Fernando Salas, el Pastor Luterano Obispo Helmut Frenz y otros cristianos de las Iglesias Ortodoxa, Bautista, Metodista, y miembros de la Comunidad Judía; y tantos otros cuyos nombres Dios bien conoce.

En este día de alegría y acción de gracias en estas Fiestas Patrias, rezamos por los que sufren. Nadie puede perdonar ni reconciliarse por otro, pero todos tenemos la responsabilidad de crear las condiciones para que se den el reencuentro y la reconciliación. Sembremos vida y tendremos una Patria, un Chile de vida: participemos todos en la vida pública, cuidemos nuestras familias y nuestros niños y las personas más vulnerables. A todos, autoridades y ciudadanos, nos queda hoy la tarea del Señor: anda y sé tú con tus palabras y con tus obras, prójimo de los demás, y también su interrogante ¿Qué has hecho con tu hermano? ¿qué vas a hacer con tus hermanos?

Cambian las condiciones de la vida, avanzamos en ámbitos técnicos, sociales y culturales. No podemos contentarnos con estos progresos. Junto a ellos deben estar siempre los progresos morales, como la atención, protección y ayuda a la familia, ya que el amor generoso e indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término natural.

Sólo donde existen el amor y la fidelidad, nace y perdura la verdadera libertad. Por eso, la Iglesia aboga por adecuadas medidas económicas y sociales para que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización; para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia sean decididamente apoyados por el Estado; para que se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción; para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente. Por eso, la Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana y apoya cuanto promueva el orden natural en el ámbito de la institución familiar.

Conocer a Jesucristo es un don y una alegría; queremos compartir y llevar a los demás este don. Jesús nos ordena: 'Anda, y haz tú lo mismo'. Sé samaritano de los demás en estas Fiestas Patrias, sé samaritano de los demás siempre: haz el bien, sé honrado, cuida tu familia y respeta las familias de los demás.

Te alabamos, Dios Trinidad excelsa: gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo".