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Pandemia y confinamiento: Un complejo escenario para los trastornos de conducta alimentaria

Los factores sociales y contextuales de la crisis sanitaria plantean nuevos desafíos para las personas que sufren trastornos de la alimentación, observados principalmente en adolescentes y adultos jóvenes. La anorexia, bulimia y el trastorno alimentario compulsivo (o de atracón) son desórdenes que pueden aumentar con el estrés y la incertidumbre ante el COVID-19.

24Horas.cl Tvn

Miércoles 31 de diciembre de 1969

La crisis sanitaria por coronavirus provocó en las personas un impacto tanto en su salud mental como física. Los factores sociales y ambientales relacionados al contexto que trae consigo la pandemia han generado un efecto en las personas que padecen trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en el país, lo que preocupa entre los especialistas.

La Clínica Mayo, entidad especializada en educación e investigación médica, define los trastornos de la alimentación como “afecciones graves que se relacionan con las conductas alimentarias que afectan negativamente la salud, las emociones y la capacidad de desempeñarte en áreas importantes de la vida”. Gran parte de estos trastornos se caracterizan por poner atención excesiva en el peso, la figura corporal y la comida, lo que conlleva una conducta alimentaria que genera daños en otros organismos del cuerpo, como el corazón, los huesos y dientes, o derivan en distintas enfermedades. Incluso, dependiendo de la gravedad, pueden causar la muerte.

Los trastornos alimenticios más frecuentes son la anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y el trastorno alimentario compulsivo, también conocido como trastorno de atracón. En su mayoría, se manifiestan en la adolescencia y los primeros años de la adultez, pero también pueden desarrollarse en otras edades.

 

De acuerdo a los datos publicados por el Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS), entre el 2018 y 2019 se presenció un aumento de casi un 20% en los egresos hospitalarios por trastornos de la ingesta de alimentos. En ambos años, los principales diagnósticos se dieron por anorexia y bulimia nerviosa.

 

Los datos también señalan que la población más afectada por este tipo de trastorno son adolescentes entre 10 y 19 años de edad. Sin embargo, del 2018 al 2019 se ve un aumento de tres puntos porcentuales en pacientes entre los 20 y 44 años. Además, las mujeres hospitalizadas representan casi el 90% del total.

 

Efectos de la crisis sanitaria

 

Si bien se desconocen las causas exactas de los trastornos de la alimentación, se cree que hay un componente genético y biológico como también un conflicto con la salud psicológica y emocional del paciente.

Según Clínica Mayo, existen ciertos factores que pueden aumentar el riesgo de padecer un trastorno alimenticio. Entre ellos está el estrés, el cual ha sido uno de los efectos de la pandemia en la población.

En España, la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia de Cataluña advirtió el riesgo del confinamiento durante la pandemia en relación con estas conductas. “La situación de aislamiento puede producir síntomas de ansiedad, preocupación, bajo estado de ánimo y/o irritabilidad, convirtiendo a las personas con trastornos de la conducta alimentaria en grupos más vulnerables”, señala.

En contextos de tensión los trastornos alimenticios tienden a tener dos caras. Por un lado, el comer por ansiedad, estrés o angustia y no por hambre. El trastorno por atracón se vuelve un círculo vicioso porque genera alivios momentáneos, sin embargo, no soluciona el estrés o la ansiedad.

Por otro lado, la anorexia y la bulimia suelen estar conectados a la sensibilidad frente al estrés y los cambios de las relaciones interpersonales. Quienes presentan factores de riesgo, el contexto actual se vuelve una amenaza producto de que el encierro exacerba los problemas de autoestima y la preocupación excesiva por el peso, donde también se exponen a disfunciones familiares las que son comunes en los casos de trastornos alimenticios.

¿Cómo detectar los problemas alimenticios?

Las personas que sufren trastornos de la alimentación son difíciles de detectar y si bien el contexto de pandemia se vuelve una amenaza, si se mantienen los ojos abiertos, el confinamiento también podría convertirse en un salvavidas para la detección temprana.

El apoyo de la familia y amistades es esencial para advertir comportamientos anómalos frente a la comida, por lo que se recomienda prestar atención a los hábitos de alimentación y las señales de alerta que pueden indicar la presencia de un trastorno de la conducta alimentaria.

“Si notas signos de un trastorno de la alimentación en un familiar o un amigo, considera hablar con dicha persona sobre tu preocupación por su bienestar. Si bien puede que no seas capaz de evitar que sufras un trastorno de la alimentación, comunicarte con compasión puede alentar a la persona a buscar tratamiento”, recomienda Clínica Mayo.