Colombia es y será la tierra donde la pluma de Gabriel García Márquez empapó al mundo entero de los condimentos de América Latina y las increíbles historias que recorren nuestros parajes.
El fallecido autor cafetero es reconocido como el padre del "realismo mágico" y precisamente esta historia podrían vincularse con aquéllo. Sus protagonistas no serán Aureliano Buendía ni Úrsula Iguarán ni la tierra la inolvidablemente perdida Macondo. Esta vez, Tolima, situada en el corazón del país, es el territorio que atesora lo que para muchos puede ser la historia premonitoria más relevante en la historia del fútbol local.
Durante 1986-1987 los colores del cuadro de Ibagué fueron defendidos por dos jugadores que si bien no pasaron a la historia, sí traerían réditos mayores a toda una generación. Radamel García, espigado zaguero central, y James Rodríguez, volante mixto, quedarían hermanados al ser los progenitores de las dos máximas figuras del fútbol colombiano en la actualidad.
Aunque a simple vista las apariencias físicas no invitarían a la deducción, el respaldo de otros tiempos y antigua estética no caminaría con la imagen publicataria de Falcao y James, dos megaestrellas del mercado mundial y que se robaron las miradas juntos en el Porto y en el Mónaco de Francia.
La historia cuenta que Radamel García, fue un defensor recio, con pasado en varios clubes como Unión Magdalena, Independiente Santa Fe, Deportes Tolima, Atlético Bucaramanga y el Independiente Medellín. En el extranjero fue a dar hasta Venezuela donde defendió los colores del Táchira y Mineros.
En cuanto a Wilson James Rodríguez, hizo parte de las nóminas del Deportes Tolima durante 1985-1988 y regresó para el año 1990 hasta 1993. Lució durante 1989 los colores del Cali y puso fin a su carrera, como volante mixto, en el Envigado de 1994. A diferencia de su hijo, manejaba el perfil derecho.
