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Se retira un grande

El brasileño es considerado uno de los mejores laterales izquierdos de la historia del deporte rey.

Francisco Guerrero

Jueves 2 de agosto de 2012

Cuando un jugador se retira, lo primero que viene a la cabeza es recordar sus logros, sus mejores momentos, sus goles, sus campeonatos. Pero cuando una estrella del fútbol mundial se retira, lo primero que viene a la cabeza es la melancolía por no poder verlo jugar nunca más y luego, con emoción, agradecer al 'dios' del fútbol por haberlo visto. Este es el caso del gran lateral brasileño, Roberto Carlos da Silva.

El zurdo que se hizo leyenda en el Real Madrid, donde jugó once temporadas, anunció el retiro definitivo de la actividad en una rueda de prensa en su actual club, el Anzhí de la liga rusa de fútbol, y del cual podría convertirse en alto ejecutivo tras colgar los botines.

"Ya he mantenido conversaciones para la disputa del partido (de despedida) entre el Real Madrid y el Anzhí", afirmó el lateral de pegada impresionante, la que llegó a marcar los 140 kilómetros por hora y de la que se deben acordar de muy mala forma cientos de porteros.

A sus 39 años perteneció a una generación dorada de su país, la que levantó la Copa del Mundo en Corea-Japón 2002, fue campeón de la Liga de Campeones con el Real Madrid en tres ocasiones, obtuvo cuatro ligas, tres supercopas, la Supercopa de Europa y dos Copas Intercontinentales.

El gol imposible

El tiro libre era su arma letal, tanto como sus constantes subidas al área rival para habilitar siempre generosamente, a un delantero. Pero sin lugar a dudas el gol marcado jugando por su país en la Copa Confederaciones ante el poderoso Francia lo puso en el olimpo del fútbol.

El 3 de junio de 1997, en la antesala de lo que sería el mundial organizado por los galos se enfrentaban ambas escuadras con equipos llenos de figuras. En el minuto 21 de partido, un tiro libre desde aproximadamente 30 metros, frontal al arco, tenía nombre. Roberto Carlos.

El lateral se adueñó del balón y corrió hacia la inmortalidad de los goles hermosos, esa que sólo tiene nombres de leyendas. Cargó la zurda con una bala endemoniada para realizar la curva por fuera de la barrera, la que habría sido completamente desviada si no hubiese girado en el punto exacto para dejar al gran Fabian Barthez estático y con la pelota en las redes aún girando.

Tal fue la relevancia de este gol que los científicos debatieron de cómo la pelota pudo enfrentar esa curva, algo definido como ciencia, no fútbol. "el gol podría repetirse si la pelota recibiera un golpe lo suficientemente fuerte, gira sobre sí misma y -lo más importante- a una distancia suficiente del arco", dijeron los expertos.

A todas luces un gol, que fuera de toda lógica, sólo podría haberlo convertido un genio. El gran zurdo, Roberto Carlos.