Cuando decimos que en Chile no gusta realmente el fútbol o que no es un país futbolizado, para mí la explicación es clara: A la mayoría de los "hinchas" sólo les interesa su equipo. Y en general ese apoyo está condicionado por la posibilidad de que ese equipo pueda disputar algo importante. Si es así, van al estadio y se dignan a informarse sobre la actualidad de su club. Si no, lo ven por televisión o por Internet, si es que no están dispuestos a pagar el cable Premium y ni hablar de que sepan a qué hora juega su equipo. Por eso aquí es tan popular el término "hincha de cartón" o "hincha de CDF".
Es esa misma estrechez y pobreza de espíritu la que también hace que lluevan los insultos o las descalificaciones cuando uno dice algo que no es lo que quieren oír. Para esta gente, uno sólo es buen periodista si alaba al equipo que les gusta. Si no, mejor hubiera sido no nacer.
Son los mismos que alegan, protestan y se indignan con uno en Twitter por ver a equipos y ligas de otros países, por cierto, mucho más profesionalizadas y apasionantes que la nuestra. ¿Pero cómo? ¿Por qué se ofenden tanto si a uno le gusta un equipo o un torneo de otro país? ¿No es que les gusta tanto el fútbol?
Dentro de este limitadísimo marco de "amor" por la 'pelotilla', la Selección Chilena sufre también a esta hinchada absolutamente condicional. Si Marcelo Bielsa unificó el apoyo, con Claudio Borghi comenzaron inmediatamente desde su nominación, las descalificaciones hacia él, no sólo personales por parte de gente especialmente de Universidad de Chile y de la 'UC', sino también por su pasado como DT y jugador de Colo Colo. Entonces resulta que teníamos a un DT "Zorra" o "Indio". Y eso, más allá de los resultados que al final fueron malos, era todo lo que les importaba.
Piénsenlo bien, tómenle el peso: Chilenos que deseaban que a nuestra Selección Nacional le fuera mal, porque quien la dirigía tenía un pasado marcado por los colores que ellos odian y detestan desde la vereda archirival.
Eso refleja y hace emerger desde un profundo fondo, y en toda su intensidad, el limitadísimo y casi limítrofe nivel del "hincha" en nuestro país, lo que por cierto y, lamentablemente, también es un reflejo de muchas otras áreas de nuestra cada vez menos querible sociedad.
Si ahora, Jorge Sampaoli llegara a convertirse en el nuevo técnico nacional, ya sabemos lo que se viene: "DT Madre", "Chuncho tal por cual" y todos los juicios e insultos, esta vez por parte de colocolinos y, nuevamente, cruzados, diciendo que la Selección Chilena será la "U" vestida de rojo. Y se los digo, porque eso ya se está viendo en las redes sociales, especialmente en Twitter, plaza pública de las infinitas miserias internas humanas.
¿Y saben qué es lo peor para esas personas? Que muy en el fondo, saben que Sampaoli es la mejor carta en este momento de emergencia, que es el mejor candidato para apagar este incendio de aquí al final de las clasificatorias. Y, lo que más les duele, es que tiene los éxitos deportivos suficientes para estimar que podría hacer bien su trabajo, si usa como columna vertebral a jugadores que le han dado esos buenos resultados a nivel de clubes en la "U".
Si Jorge Sampaoli llega a la selección y salva el proceso, haciendo que la 'Roja' juegue bien, dudo que esos opositores que ya protestan por el sólo color de su camiseta presente, dejen de gritar los goles frente al televisor y dudo que si, se clasifica al mundial, no empiecen a cotizar paquetes turísticos a Brasil para ir a ver -no sé si apoyar- a Chile.
Por último, no quiero ponerlos a todos en el mismo saco. No son todos, pero sí una parte lo suficientemente importante como para que estemos retratando el fenómeno en esta columna. Y si ud. se enoja con lo que lee, entonces está cayendo redondito, identificándose con lo que digo. Al que le quepa el zapato, que se lo ponga. Si no, quédese tranquilo y dele su apoyo a quien sea que llegue como DT de Chile. Porque la Selección Nacional está por encima de todo, de clubes, de jugadores, de dirigentes y de técnicos, aunque ahora nos duela que se haya destruido todo lo que se construyó en días pasados que fueron mejores, gracias a otros nombres.