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Las 48 horas de Vidal

Revisa la nueva columna de opinión "La vida según el fútbol" de César Olmos, editor general de Deportes 24 Horas.

24Horas.cl Tvn

Miércoles 2 de septiembre de 2015

Por César Olmos

Sampaoli corrió el cerco de la disciplina en la selección cuando actuó de manera complaciente con Vidal en el episodio de la Ferrari. Aquella vez perdonó con ganas y el mensaje que mandó fue desconcertante: chocar con trago y no llegar a tiempo a la concentración de la Roja sólo podía considerarse un "error". No una insubordinación, no una irresponsabilidad, menos una traición: apenas un error.

La ANFP tampoco quiso ensuciarse las manos y la denuncia al Tribunal de Disciplina por tamaño numerito  nunca vio la luz. No llegó nomás, quedó entre los vidrios rotos del acceso sur a Santiago. A esa altura -17 de julio era la fecha tope para presentar el escrito- todavía andábamos todos con la resaca de la bien ganada Copa América y si te he visto no me acuerdo. Además, si era un “error”, ¿cómo podrían actuar los juristas en semejante caso? Es como si hubieran procesado a un guardalíneas por comerse un offside.

Pero, para ser justos, no sólo fue un asunto de respirar hondo en Quilín y dejar que el tiempo hiciera lo suyo. La estrategia condescendiente de Sampaoli había dado frutos en cancha y cabía, razonablemente, preguntarse si no había sido esa la mejor forma de conciliar el alma más bien arrebatadita de Vidal (y de otros) con su condición de líder, de jugador “absoluto”, como le gusta definirlo a Sampaoli, dentro del grupo. Encima, el pronóstico apocalíptico de que ningún equipo grande de Europa querría, por este incidente, contratar a Vidal se fue al carajo un par de semanas después cuando el sacrosanto Pep Guardiola lo recibió muerto de la risa en el Bayern Munich. La segunda oportunidad (¿o tercera? ¿o cuarta? ¿o quinta?) para Vidal se sostenía de lo más bien. Perdonado.

Pero lo que ocurrió en estas 48 horas volvió revolver el sarro decantado en el vaso. La abrupta ”liberación” del Rey Arturo (a todo esto, que curioso verbo se usa en estos casos: liberar, como si antes estuvieran retenidos contra su voluntad) arrojó luces sobre el estado general del grupo después de la Copa. Los trascendidos provenientes de Pinto Durán que apuntan a una nueva indisciplina del volante apoyan la hipótesis de que la unidad del lote no es tal y que los resquemores incubados a propósito del mismo Ferrarazo se mantienen; las filtraciones desde la ANFP enfocan directamente a Sampaoli por el manejo de la situación, partiendo por el detalle de que visó personalmente el escueto comunicado que informó de la salida, obviando, o “protegiendo” algunos elementos del caso de los cuales no convendría hablar (¿llegó realmente en buenas condiciones el martes en la mañana a entrenar? Misterio); y hasta el mal humor oficial de Marcelo Díaz quejándose de la ignorancia futbolística y la “mentalidad negativa” de la sociedad chilena aportó presa a una sopa que de pronto se puso espesa sin que realmente entendamos bien por qué.

Lo que sí sabemos es que ad portas de jugar su primer partido como flamante campeona de la Copa América y a un mes de iniciar las eliminatorias de Rusia 2018, la selección parece muy  sensible a cualquier patinazo interno -grave o no; personal o no; justificado o no- y que el cerco corrido, esos límites más bien laxos diseñados por Sampaoli, podrían soportar mal un par de trastabillones en cancha.

Sobre todo si el chipe libre es para algunos nomás.