El pasado día 6 ya había hecho historia, cumpliendo su sueño de competir en unos Juegos Olímpicos.
Oscar Pistorius ya entraba por méritos propios en la historia del atletismo mundial, pese a no llegar a disputar siquiera la final de los 400 metros, prueba en la que es especialista.
Este jueves volvió a la pista del Estadio Olímpico de Stratford para participar en los relevos del 4x400 metros, junto a sus tres compañeros de Sudáfrica. Pero nunca llegó a competir.
Todo porque Ofentse Mogawane, el encargado de entregarle el testigo tras cubrir el segundo relevo, chocó con el keniano Mumo Kilu y cayó al suelo, lo que le obligó a abandonar la carrera con una lesión en un hombro.
Así, la posta nunca llegó a manos de Pistorius, que se quedó esperando en la línea de meta y se hincó de rodillas en el suelo, preso de la decepción.
Una oportunidad perdida para ver una nueva exhibición del hombre que compite con unas prótesis de carbono, rodeado de un mar de piernas de carne y hueso.
Una historia de mala suerte que, sin duda, el sudafricano convertirá pronto en lección de vida, una más en su complicada carrera hacia la elite del atletismo mundial. Los Juegos Paralímpicos que se celebrarán en Londres cuando acabe el torneo actual será la próxima oportunidad de verle brillar, con el horizonte de Río de Janeiro 2016 para culminar una de esas historias de superación que convierte a los Juegos Olímpicos en lo que son: dos semanas inigualables de deporte y valores.