Valentina Toro fue ganadora de la medalla de oro en Santiago 2023 y actualmente una de las mejores karatecas del mundo tras conseguir la presea dorada en la Premier League, en Egipto. Sin embargo, nada de eso sirvió al momento de encontrar una casa para vivir.
Junto a su pareja, el también karateca Joaquín González, hicieron de todo para arrendar una vivienda, pero sólo se encontraron con problemas. ¿El motivo? su condición de deportistas y sueldo proveniente de la beca Proddar.
"Nosotros con Joaquín tenemos la beca Proddar, que se da por medallas a los deportistas. Vimos muchas propiedades y todas eran con arriendo mediante corredora. Nos pedían liquidaciones de sueldo, un buen aval y otros miles de papeles que, como deportistas, no tenemos. En todos lados nos dijeron que la beca no podía contar como sueldo. Nos rechazaron por los papeles y eso nos desmotivó mucho", contó Toro en diálogo con LUN.
Respecto a si sus logros públicos no servían como prueba, Toro explicó que "lo intentamos, pero no. Nos recomendaron otras salidas para poder arrendar, como buscar otra persona para complementar renta, pero eso implicaba pedirle a una persona que nos hiciera el favor y además conseguir otra para que fuera aval. Son favores delicados porque tienes que ver toda su información, su Dicom, cuánto ganan y firmar papeles notariales".
Pero no sólo los arriendos fueron un problema. Para optar a un crédito tampoco es viable: "En nuestro caso es casi imposible que algún banco te dé un crédito porque, para ellos, es como si no tuviéramos ingresos. Incluso es difícil sacar un plan de teléfono. en mi caso lo contrataron mis papás y yo lo pago. Definitivamente falta alguna ley o algo que nos asegure y facilite el acceso en este ámbito".
Ante esto, Valentina y Joaquín decidieron seguir viviendo en la casa de los padres de él, donde ya residentes desde hace tres años, aunque haciendo algunas remodelaciones en la cocina y el dormitorio de la pareja.
"Llevamos viviendo tres años juntos y la convivencia es súper buena. Nosotros vivimos solos en el segundo piso, así que es como tener un mini departamento. Arriba hay baño, oficina y la pieza, así que tenemos independencia y privacidad. Mis suegros no suben, son muy respetuoso y compartimos los espacios comunes", contó.