Willis Meehan estaba siendo muy superior a su rival, Lakopo Tato, a quien tenía contra las cuerdas, golpeándolo sin cesar.
Si bien su contrincante no tenía reacción más que defenderse, el neozelandés se vio obligado a seguir lanzándole puñetazos debido a que no caía y a que el juez no se atrevía a detener el combate.
Luego de una verdadera paliza, el árbitro por fin detuvo el pleito en favor de Meehan quien, en lugar de celebrar, le reclamó por no haber finalizado la pelea mucho antes, considerando la diferencia entre ambos.
Notoriamente afectado por lo sucedido, Meehan fue a abrazar a su rival después de la evitable golpiza que se llevó por la tardía reacción del juez.