El rugby para muchos por estos lados del mundo, es chino mandarín.
Una pelota ovalada de errático comportamiento, durísimos choques, y jugadas incompresibles, hacen que no muchas personas vibren con uno de los deportes —a diferencia de lo que pueda pensar la mayoría— más leales del planeta.
Esto mismo le sucedió al estadounidense Carlin Isles, un joven de 23 años quien aprendió a jugar rugby en sólo 3 meses y se transformó gracias a su imparable velocidad, en uno de los hombres del momento.
Oriundo de Ohio, era el rey de la velocidad defendiendo los colores de la Universidad de Ashland. Dueño de los 60 metros indoor y de los 100, 200 y 400 metros al aire libre, Isles tenía el sueño de correr, correr y seguir corriendo.
Sin embargo, no todo fue fácil. Junto a su hermana escapaba de uno y otro hogar de menores hasta que se dio cuenta que no podría vivir así para siempre y que tenía que hacer algo útil con su vida.
Así fue como conoció las pruebas de velocidad en el colegio y la universidad, transformándose rápidamente en figura. Sin embargo, se dio cuenta que si bien tenía un don para correr, los 60 metros le quedaron cortos.
Un día viendo videos de rugby, Isles se enamoró del deporte, pero no tenía idea de cómo jugarlo. Buscando en internet, encontró el contacto del CEO del rugby en Estados Unidos y le le escribió directamente diciendo: "Hola, quiero jugar rugby y soy muy rápido". Ahí nació todo.
El joven norteamericano tuvo que aprender a jugar uno de los deportes más técnicos y estratégicos que hay en sólo tres meses. Sin embargo, de su lado tenía la velocidad.
Hoy, es conocido simplemente como el jugador de rugby más rápido del mundo. Sus videos multiplican sus visitas y su nombre comienza a sonar con más fuerza cada vez.
Carlin Isles ya se ha enfrentado a potencias como Nueva Zalanda, España, Francia y Sudáfrica en la categoría Seven a Side (7 hombres en cancha) y lo que todos dicen siempre es lo mismo: "¡Cómo corre este chico!".