En un partido de una liga estudiantil, un jugador de Los Angeles Loyola High School encestó un triple y, en ese instante, "el estadio se vino abajo" con el fervor de los asistentes al concretarse la canasta.
No eran tres puntos que definían el partido o un título ni mucho menos, sino que se trataba del punto culmine de una increíble historia de superación y amor propio.
El jugador que hizo el triple se llama Austin Hatch, un joven estadounidense de dos metros al cual la vida no ha tratado bien, poniéndole difíciles obstáculos que, contra todo pronóstico, ha podido sortear.
El primer golpe lo sufrió en el año 2003, cuando, en un accidente aéreo, perdió a su madre, hermana de 11 años y hermano de 5, pero eso no sería todo.
Esto porque ocho años más tarde, una nueva tragedia aérea provocó la muerte de su padre y su madrastra, y, aunque él sobrevivió, debió permanecer en coma durante casi dos meses.
Las secuelas que tuvo por este accidente fueron serias, tanto que tuvo que aprender muchas cosas de nuevo, entre ellas, jugar básquetbol.
Hatch, amante de este deporte, se esforzó durante tres años para poder volver a jugar y, contra todo pronóstico, lo logró en este recién comenzado año 2014.
Y cuando promediaba el encuentro, el joven ingresó al campo de juego y, al poco tiempo, encestó el triple -probablemente- más celebrado en la historia del colegio, el cual significó mucho más que tres puntos.