Un paracaidista se salvó de milagro luego que sus cuerdas se enredaran y su compañero de salto se estrellara contra su paracaídas.
El hombre saltó de las manos con otro paracaidista, al parecer más inexperto. Tras abrir su paracaídas las cuerdas se enredaron entre sí, haciéndolo caer en espiral.
Cuando el hombre intentaba desenredar sus cuerdas, el compañero de salto no supo manejar la caída y se estrelló contra él.
Sin duda el miedo de saltar de un avión en estas circunstancias es que no abra el paracaídas. Pero que abra, se enrede, se rompa y que salve ileso, eso sí que es ser afortunado.