Con tan sólo veinte años, Rafaela Burgos se ha convertido en la única corredora en su categoría en circuito de velocidad de motociclismo.
No ha sido fácil para ella. Hace dos años que decidió irrumpir en este mundo, ha sufrido caídas y lesiones, ha tenido que lidiar con los temores de su familia y el machismo que existe dentro del motociclismo, por ser considerado un deporte para hombres.
En su vida cotidiana, Rafaela estudia música, es pianista. Algo poco compatible con su otra pasión.
Cuando empezó en la categoría minimotard, se transformó en la única mujer en alcanzar un primer lugar nacional. Ahora corre al doble de la velocidad, a más de 200 kilómetros por hora.
La joven en estos momentos busca auspiciadores y apoyo financiero para poder seguir botando estigmas y abrir nuevos caminos.