Jarro de agua fría para los demócratas justo al comienzo de su triunfalista convención nacional en Charlottesville (Carolina del Norte).
Las malas noticias llegaron de parte del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que informó que la deuda nacional había superado los 16 billones de dólares (unos 7.600 billones de pesos chilenos al cambio), como consecuencia de los crónicos déficits gubernamentales, que significan ya una carga de 50 mil dólares por cada ciudadano estadounidense.
La preocupante noticia golpeó con fuerza al punto más débil del presidente Barack Obama, incapaz de enderezar la economía durante su mandato y en campaña para convencer a sus compatriotas de que puede hacerlo si le renuevan su confianza al frente de la Casa Blanca cuatro años más.
Obama vio por televisión junto a sus hijas la intervención de su esposa Michelle
Los republicanos no tardaron en apuntar sus dedos acusadores hacia la actual Administración, si bien los malos tiempos tienen su raíz en los gobiernos de George W. Bush. "No podemos seguir aplazando las decisiones duras hasta mañana", afirmó el congresista Eric Cantor. "Es momento de enfrentar los complicados retos fiscales que enfrentamos y dejar de gastar el dinero que no tenemos".
En el horizonte, el próximo inquilino de la Casa Blanca ya sabe que una de las primeras cosas que deberá hacer nada más tomar posesión del cargo en enero es firmar una ley que le permita elevar el techo de endeudamiento hasta más allá de los US$16,3 billones actuales, un proceso que ya fue traumático hace pocos meses y que dañó, incluso, al ranking crediticio del país. En esta ocasión se prevé igualmente un duro pulso entre republicanos y demócratas antes de llegar a un acuerdo.
El candidato a vicepresidente republicano, Paul Ryan, comentó a sus seguidores en Cedar Rapids (Iowa) que "de todas las promesas rotas del presidente Obama, esta es probablemente la peor, porque esta deuda está amenazando a los empleos y a la prosperidad hoy, y está garantizando que nuestros hijos y nietos tengan un futuro disminuido".
"El problema es que el presidente sigue pateando la lata hacia adelante. No tiene liderazgo en este tema. El Senado ni siquiera ha aprobado un presupuesto en tres años. Tenemos una elección muy clara por delante. ¿Vamos a seguir por el mismo camino -una nación en deuda, una nación en duda, una nación en declive- o vamos a elegir como presidente a Mitt Romney para dar la vuelta a esto y recortar el gasto, equilibrar el presupuesto y crear empleos?", se preguntó.
Los republicanos desplegaron dos grandes "marcadores de deuda" en la convención nacional celebrada la semana pasada en Tampa (Florida), destacando que los números rojos habían aumentado en US$5,4 billones desde que Obama llegó al cargo en enero de 2009.
"Es un triste recordatorio de que la promesa rota del presidente Obama de reducir el déficit a la mitad. En vez de trabajar de forma bipartidista para cumplir su promesa, el presidente se entregó a una orgía de gasto para el estímulo que ha significado una participación de 50 mil dólares para cada hombre, mujer y niño estadounidense en esta deuda nacional de 16 billones", denunció el congresista John Boehner.
Los demócratas, por su parte, culpan del problema a las guerras lanzadas por Bush y a las rebajas impositivas que aplicó a los más ricos.
Revisa en este llamativo marcador el imparable aumento de la deuda en EE.UU. en tiempo real.