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Todo listo para el G-20 en Rusia

Divisas serán la principal preocupación del Grupo de las 20 mayores economías del mundo.

Mariángel Calderón

Sábado 16 de febrero de 2013

Los funcionarios del Grupo de las 20 mayores economías del mundo no tomarán en cuenta partes de un comunicado sobre tipos de cambio emitida esta semana por el G-7 y no mencionarán el caso de Japón, de acuerdo al borrador de una declaración de los ministros de Finanzas reunidos en Moscú.

Un delegado del G-20 que tuvo acceso al borrador indicó que el texto tampoco haría mención a nuevas metas de recortes de deuda, un asunto por el que Alemania está presionando pero que Estados Unidos intenta eludir.

Si el documento es adoptado el sábado por los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales del G-20, el contenido confirmará que Japón no será censurado por sus políticas expansivas que han generado una fuerte depreciación del yen y llevaron a demandas para que se tomen acciones.

El mercado cambiario fue remecido esta semana después de que el Grupo de las Siete potencias -Estados Unidos, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Canadá e Italia- emitió un comunicado conjunto declarando que las políticas económicas internas no deben ser usadas para buscar tasas cambiarias específicas.

Tokio dijo que eso refleja un acuerdo respecto de que su agresiva política monetaria y fiscal es apropiada, pero la demostración de unidad fue destrozada por reuniones privadas que fueron críticas hacia Japón.

El borrador del G-20 simplemente recoge referencias previas del grupo sobre la necesidad de evitar una volatilidad extrema de los tipos cambiarios, sostuvo un delegado.

El yen se ha depreciado cerca de un 20 por ciento desde noviembre. Tras haberse afianzado el viernes, revirtió su tendencia y caía contra el dólar y el euro en respuesta a los detalles del borrador del G-20.

Una alta fuente del G-20 dijo que cualquier referencia sobre control de los tipos de cambio no sería aceptable para China, que actualmente es la segunda mayor economía del mundo y cuya mayor parte de sus reservas extranjeras de 3,3 billones de dólares están en bonos del Tesoro estadounidense.

AFIRMACIONES "EXAGERADAS"

Funcionarios se apresuraron a desestimar las afirmaciones sobre una guerra cambiaria.

El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, dijo en Moscú que el parloteo sobre las divisas era "inapropiado, infructífero y auto-derrotistas" y la funcionaria del Tesoro estadounidense Lael Brainard advirtió en contra de "rumores sueltos".

Draghi también dijo que el tipo de cambio del euro estaba en línea con promedios a largo plazo, un punto ya mencionado por la jefa del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde.

"Las actuales referencias sobre guerras cambiarias son exageradas", dijo a los ministros y jefes de bancos centrales del G-20. "No existe una desviación significativa del valor justo de las divisas más importantes", aseveró.

Otras autoridades en Moscú señalaron que la agresiva expansión fiscal y monetaria de Japón, que busca generar una inflación del 2 por ciento, debía ser aceptada si consigue apuntalar el crecimiento económico.

"No hay una devaluación competitiva, no hay guerras de divisas", dijo a periodistas el viceministro de Finanzas Sergei Storchak. "Lo que está ocurriendo es la reacción del mercado a la toma de decisiones exclusivamente interna", agregó.

El tesorero australiano, Wayne Swan, indicó apoyo hacia la política monetaria de Japón y afirmó que "todos tienen un interés" en su capacidad por impulsar el crecimiento.

Indonesia, una de las economías emergentes de la región Asia-Pacífico, dijo que estaba menos preocupada sobre la tasa cambiaria del yen que sobre el crecimiento japonés.

"Si los japoneses aumentan su demanda interna, eso ayudará a Indonesia, especialmente por el lado de las exportaciones", comentó el vicegobernador del banco central de Indonesia, Hartadi Sarwono.

Otras autoridades han destacado que Estados Unidos ha impreso nuevo dinero de forma similar al Banco de Japón, aunque el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, insistió en que la entidad que dirige estaba actuando en concordancia con la declaración del G-7, al usar "herramientas domésticas de política para avanzar en objetivos internos".

El gobernador del Banco de Japón, Masaaki Shirakawa, dijo que defendería las osadas medidas de política en el estímulo monetario, diciendo que las acciones del banco central buscaban estabilizar a la economía nipona.

También sostuvo que la reciente debilidad del yen simplemente reflejaba una menor aversión al riesgo entre los inversores a nivel global.

CRECIMIENTO VS AUSTERIDAD

La reunión en Moscú de los ministros y altos funcionarios del G-20, que representa el 90 por ciento del Producto Interno Bruto mundial y dos tercios de la población, también se aprestaba a reflejar las diferencias sobre el equilibrio entre crecimiento y políticas de austeridad.

El borrador del comunicado expuso además una disputa entre Europa y Estados Unidos sobre la extensión de un compromiso para reducir déficits presupuestarios más allá del 2016. Un pacto alcanzado en Toronto expirará este año si los líderes no acuerdan una extensión en la cumbre de líderes del G-20 en San Petersburgo en septiembre.

El G-20 estableció una enorme barrera financiera para detener un colapso del mercado en el 2009, pero no ha logrado esos niveles desde entonces.

En reuniones sucesivas, Alemania ha presionado a Estados Unidos y a otros países a hacer más para resolver sus deudas. Washington, a su vez, ha instado a Berlín a hacer más para aumentar la demanda.

"Es muy importante calibrar el ritmo de la consolidación fiscal", comentó Brainard. "Es (...) importante ver la demanda en la zona euro y algo de eso debe tener lugar a través de reequilibrios internos", agregó.

El borrador de la declaración final reafirma los compromisos del G-20 para establecer planes fiscales creíbles a mediano plazo, pero también hará concesiones por las turbulencias económicas que encaran a corto plazo algunas naciones, de acuerdo a un delegado del grupo.

Tampoco habrá una mención directa a objetivos fiscales, en respuesta a la presión de Estados Unidos, que está concentrando en seguir adelante con sus políticas expansivas hasta que el índice de desempleo baje de manera significativa.