Click acá para ir directamente al contenido

Así se grabaron las históricas imágenes de La Moneda

Esta es la historia de Dagoberto Quijada, un miembro del equipo de prensa de TVN, que el 11 de septiembre de 1973 registró lo que transformaría el relato visual de un hecho que marcó a todo un país.

Constanza Solis

Miércoles 31 de diciembre de 1969

El 11 de septiembre es una fecha que sin duda marcó a Chile, este año hemos podido conocer testimonios de personas que vivieron intensas experiencias. Uno de ellos es Dagoberto Quijada, actual camarógrafo del Departamento de Prensa en TVN, quien el día del bombardeo era asistente de cámara y estaba precisamente trabajando en La Moneda. Este es el relato de todo lo que enfrentó ese día.

Mi nombre es Dagoberto Quijada, soy camarógrafo y esta es la historia de mí 11 de septiembre...

Llevaba unos meses trabajando en TVN, el mismo tiempo que llevaba viviendo en Santiago. Me vine desde la octava región a una pensión cerca del canal, para mí ese 11 era un día normal. Nunca me imaginé lo que estaba a punto de vivir.

Entraba a trabajar a las 8 de la mañana, como asistente de cámara de Manuel Martínez, tenía 21 años y más ganas de aprender de lo que tenía en experiencia. Cuando llegué al canal me dijeron que debíamos irnos a La Moneda, el jefe de prensa dijo que era urgente "algo ocurre en el Palacio", nos comentó.

Nos subimos al auto y sólo pudimos llegar hasta Parque Forestal, no podíamos seguir avanzando y perderíamos mucho tiempo esperando así que preferimos caminar. No nos demoramos más de 15 minutos en llegar a La Moneda, cuando nos acercamos me llamó la atención que las puertas estaban completamente cerradas, quisimos entrar y no nos permitieron. Nunca sabré si la historia podría haber sido diferente si nos habrían dejado entrar.

Nos tuvimos que quedar afuera del palacio, no había un movimiento de gente como los otros días pero sí había muchos carabineros y militares. En un momento miré hacía el balcón y veo que se asoma Salvador Allende, no pasan más de unos minutos y pierdo de vista al presidente, sólo veo cómo la guardia de palacio comienza a retirarse. Definitivamente no era un día normal.

Pero así como unos se iban eran otros los que llegaban, veo acercarse camiones con militares por la calle Moneda y dos tanques que llegaron por calles aledañas. A pesar del gran movimiento de Fuerzas Armadas, yo aún no le tomaba mucho el peso, ya había ocurrido "el tanquetazo"  y pensé que era algo parecido. La verdad, estábamos más preocupados de hacer las imágenes de lo que estaba ocurriendo, yo estaba ahí para trabajar. Pero no sabía que todo cambiaría minutos después, cuando de un tanque baja un oficial y con el megáfono en mano llama a todos los civiles a retirarse del lugar, "a las 10 de la mañana vamos a proceder a atacar el Palacio de La Moneda" nos dijo. Miré la hora y me di cuenta que eran las 9.25, "nos queda bastante tiempo para hacer imágenes" le digo a Manuel. Seguía sin sentir miedo por ahora.

No pasó ni un minuto cuando comenzamos a sentir disparos, no sé desde dónde surgió el primero pero en unos segundos más tarde ya no me cuestionaría eso. Venían de todos lados.

Mientras más se intensificaban los balazos comenzamos a retroceder, nunca paramos de grabar, hasta que Manuel se tropieza con una tapa de alcantarillado. Las ráfagas de balas se acercan cada vez más mientras nosotros intentamos llegar al monumento de Portales para protegernos, siento como se levantan unos restos de cemento y me pegan en las piernas, las balas están cada vez más cerca.

 

Mientras tratábamos de buscar un lugar donde protegernos nos dimos cuenta que la película se había enredado, seguíamos sintiendo balazos e intentábamos sacar la película. La misma que después tendríamos que esconder.

Seguimos por la calle agustinas buscando dónde protegernos cuando un camarógrafo uruguayo nos dicen que tiene una habitación en el Hotel Carrera.

Tuvimos que entrar por la calle de servicio, ya que la entrada principal la habían cerrado, en medio de un despelote en la entrada logré decir el número de la habitación y nos dejaron entrar. Pensamos que podíamos estar a salvo, pero nos equivocamos.

Éramos cerca de cinco personas en la habitación 1321: dos periodistas, dos camarógrafos y yo, todos pensando que teníamos una posición inigualable para poder grabar lo que estaba ocurriendo, pero eso no sería eterno. Sentimos como ráfagas de balas venían desde abajo, nos estaban disparando para que paráramos de grabar, estábamos muy cerca otra vez. Tomé el colchón que estaba en la cama y lo puse para tratar de afirmar una parte del techo que se estaba cayendo, todo era blanco en la habitación.

Nos quedó claro que la pieza ya no era el lugar más seguro, no imaginábamos que ese hotel sería nuestro refugio por los siguientes tres días, pero sí sabíamos que teníamos en nuestras cámaras un registro histórico. Sacamos las películas y rellenamos las cámaras con unas vírgenes, las otras las guardamos en sus cajas y las escondimos en una habitación del hotel llena de muebles antiguos. Esperábamos que no revisaran ahí, rogábamos para que no revisaran ahí.

La puerta de nuestra habitación quedó partida por la mitad, recién ahí sentí cómo mi corazón latía hasta mi sien. Cuando vi cómo bombardeaban La Moneda no lo podía creer, esto era más que una película y nada de lo que había leído se iba a igualar a lo que estaba viviendo. ¡Tenía 21 años recién!

Sentí pasar balas por mi lado, la boca reseca y la adrenalina muy alta, pero nada de lo que viví ese día se compara con lo que sentí cuando vi quemándose la bandera. ¡Eran chilenos bombardeando a chilenos!

No logramos salir del hotel hasta el viernes 14 de septiembre, sólo ahí dimensioné todo lo que había pasado y del significado de ser un testigo privilegiado.

40 años después sigo trabajando en TVN, he ido a otros conflictos bélicos pero nada lo podría comparar con lo vivido. Siento que nunca debí haber entrado a ese hotel, perdí más momentos en los que podríamos haber grabado y seguir recolectando los recuerdos de ese día. ¿Si me gustaría olvidar todo lo que pasé? No, este trabajo te da la posibilidad de vivir cosas distintas, de valorar lo que tienes y pierdes, sin duda ese día me marcó. Quizás algún día lo escriba.