Tenía tan sólo 20 años y ya es protagonista de la historia de Estados Unidos, lamentablemente de la peor forma: con el crimen de 20 niños y 7 adultos sobre su memoria.
Adán Lanza vivía en los suburbios de la ciudad de Connecticut junto a su madre, quien se había divorciado del padre del chico en 2009.
Según algunos testimonios entregados a la prensa internacional Adán tenía un grado moderado de autismo, constantes problemas para relacionarse con otros y alto rendimiento escolar.
Amigos de la familia indicaron que el joven era problemático y su madre Nancy muy rígida.
“Adán no estaba conectado con los otros niños. Era un poco diferente, un poco reprimido”, indicó Barbara Frey a ABC News.
A nivel de relaciones interpersonales también se investiga que el inculpado no tenía ningún tipo de perfil tecnológico en la web, como redes sociales.
Un compañero de secundaria, Matt Baier, dijo al New York Times que recuerda cuán profundamente incómodo se sentía Adán en situaciones sociales; mientras que otro estudiante declaró que en él no se lograban identificar muchos sentimientos: “Si usted lo miraba, no se podía ver las emociones que pasaban por su cabeza”.
Aunque aún el FBI no lo confirma, se cree que las armas que el chico utilizó para cometer el crimen – dos pistolas semiautomáticas, una Glock y una Sig Sauer- eran las que tenía inscritas su madre y que permanecían en la casa que habitaban.
Según los datos recopilados por la policía Adán se habría levantado esa mañana, tomó las armas y mató a su madre. Luego se vistió con un chaleco antibalas y una máscara y disparó en contra de los 20 estudiantes que estaban en clases en la escuela Sandy Hook y seis adultos. Tras las drásticas acciones volteó la pistola contra él y se suicidó.
La incógnita sigue siendo qué fue lo que motivo a este joven de bajo perfil a cometer estos asesinatos.