Entre los homenajes a las víctimas y la lenta normalización de los servicios tras los atentados en el metro y aeropuerto de Bruselas, los Servicios de Inteligencia belgas están bajo la lupa.
La polémica comenzó luego que Turquía revelara que deportó a uno de los sospechosos de cometer los ataques terroristas y alertó a Bélgica, lo que no fue considerado por las autoridades.
Incluso el fiscal que revisó el caso decidió dejar al sujeto en libertad, por considerar que no tenía vínculos con células terroristas.
Por esto, los ministros del Interior y de Justicia belgas pusieron sus cargos a disposición, aunque sus renuncias no fueron aceptadas.
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