¿Guerra?, ¿qué guerra? Corea del Sur continúa su vida haciendo caso omiso, una vez más, a las amenazas norcoreanas.
La situación no ha cambiado, ni se han tomado medidas especiales. Ni siquiera ha aumentado el nivel seguridad ni la presencia de militares en las calles. La realidad en Seúl, y en las ciudades más importantes del país, no es distinta desde que Pyongang anunciara el “estado de guerra” y amenazara con disparar sus misiles en cualquier momento.
“Resulta difícil explicar la indiferencia de los surcoreanos con respecto al norte. Corea del Norte no está presente en su día a día”, asegura el chileno Camilo Aguirre.
Este santiaguino, de 25 años, estudia un postgrado en Seúl desde hace año y medio. A pesar de la escalada bélica que viven ambas Coreas, sus clases continúan. No existe miedo, asegura, entre la población, porque están acostumbrados a esta situación.
“En rigor, Corea del Norte y del Sur siguen en guerra desde el inicio del conflicto en el 50. En el sur no se siente que haya habido un cambio en la política. Se cree que todo eso es retórica para lograr poner la atención internacional en la zona”.
Este estudiante de historia tiene, además, un blog en el que explica casi a diario las novedades de este conflicto.
Chilenos en Corea del Sur: “la vida es igual de tranquila que siempre"
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La amenaza norcoreana se extendió, durante esta semana, a extranjeros y embajadas internacionales. Los chilenos residentes en el Sur afirman haber recibido instrucciones de la embajada para notificar su presencia en el país. Pero no hay previstos planes de evacuación. Algunos pocos extranjeros han tomado sus propias medidas de seguridad.
“La vida es igual de tranquila que siempre. Sólo hay inseguridad entre los extranjeros que nos mantenemos leyendo las noticias y recibiendo los mensajes de nuestras familias y amigos de afuera”, asegura Andrea Leyton, otra santiaguina residente en Daegu, la cuarta ciudad más grande del país.
“Tenemos dos hijos nacidos aquí en Corea, y aunque estamos tranquilos y sabemos que es sólo un asunto político, tomamos algunas pequeñas precauciones: alimentos, agua y gas. Pero la verdad que si llegara a pasar algo, lo primero sería correr hacia una base militar para que nos sacaran de Corea”, dice Andrea, que lleva seis años en el país oriental.
Incluso en Corea del Sur, pese a la proximidad, se desconoce lo que sucede en el norte. Poca gente ha podido entrar y son pocos los testimonios que existen hoy en día que puedan relatar la oscura y hermética realidad del régimen norcoreano.
"Lo que es cierto es que, pese a la cercanía, no hay país más alejado de Corea del Norte que el Sur", afirma Camilo.
"La gente está más preocupada que nunca de tener la ultima tecnología, tomando clases, trabajando, comiendo arroz y sopa de algas al desayuno, viviendo plenamente", dice Andrea.
Las noticias que llegan a esta parte del mundo contrastan con lo que nos relatan nuestros compatriotas en Corea del Sur, uno de los países más seguros del mundo. "Me he olvidado la cartera en el carro de la compra, el celular olvidado en taxis, autobuses o restaurantes, pero me llaman y me lo devuelven. Se puede andar por la calle de noche y no pasa nada", asegura Andrea.
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