A medida que se acerca el día de su renuncia, el Papa Benedicto XVI parece comenzar a dar luces respecto a las situaciones que lo llevaron a dimitir al papado.
En la tradicional misa del miércoles de cenizas, el Sumo Pontífice criticó al cuerpo eclesiástico y lo acusó de dividir a la Iglesia Católica.
El Papa dijo que era importante el modo en el que la fe reflejaba el rostro de la Iglesia.
"¡No entregues tu herencia al oprobio, y que las naciones no se burlen de ella! ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?" citó el Benedicto XVI quien luego agregó que "esta oración nos hace reflexionar sobre la importancia del testimonio de fe y de vida cristiana de cada uno de nosotros y de nuestras comunidades para manifestar el rostro de la Iglesia y cómo algunas veces este rostro es desfigurado".
Además agregó que "pienso, en particular, en las culpas contra la unidad de la iglesia, en las divisiones en el cuerpo eclesial. Vivir la Cuaresma en una comunión eclesial más intensa y evidente, superando individualismos y rivalidades, es un signo humilde y precioso para los que están alejados de la fe o los indiferentes".
También criticó a aquellos que no siguen firmes frente a la fe. "En nuestros días, muchos están listos a 'rasgarse las vestiduras' ante escándalos e injusticias —cometidas naturalmente por otros—, pero pocos parecen dispuestos a actuar sobre el propio 'corazón', sobre la propia consciencia y sobre las propias intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta", señaló.
Estas frases podrían ir configurando las razones que motivaron su salida. Divisiones internas, escándalos públicos, falta de fe y compromiso con la Iglesia Católica parecen ser motivaciones que incitaron la renuncia del Sumo Pontífice.