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Cristina revela detalles íntimos de su encuentro con el papa

Presidenta de Argentina dijo que los comentarios del papa le tocaron el corazón.

Mariángel Calderón

Jueves 21 de marzo de 2013

Dos días después de ser la primera visita oficial del papa Francisco, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, reveló detalles íntimos del su encuentro con el Sumo Pontífice.

A través de su cuenta de twitter (@CFKArgentina), Cristina recordó los episodios más conmovedores de su reunión con Francisco en el Vaticano.

"Olivos, 7 de la mañana. Hace menos de 24 hs. llegamos de Roma. Recuerdo otro regreso. Con él, también de Roma, el 24 de abril de 2005, luego de asistir juntos a la asunción de Benedicto XVI. Cuánto tiempo. Cuántas cosas. Esta vez, en la Plaza de San Pedro, él no pudo sentarse a mi lado. Cuántos sentimientos en los últimos 15 días.", escribió la mandataria.

Luego, detalló: "El lunes 18 llegué a Santa Marta, Vaticano. Me había invitado a almorzar el nuevo Papa. Un argentino en la silla de San Pedro. Que si estaba nerviosa? Para nada. Al contrario, al ingresar me invadió una tranquilidad perfecta y me sentí, por primera vez en ese lugar, más argentina que nunca".

Agregó, también que "cuando estoy con Francisco le digo que como Magafón, lo esperan batallas celestiales. Se le ilumina la cara y me dice riendo “Es mi libro preferido, me encanta Marechal”. Megafón o la Guerra, obra maestra de Leopoldo Marechal. Nave insignia de una generación".

"Un Papa muy lector como todo jesuita. Clásicos universales y clásicos argentinos. Porque además es un jesuita argentino"

Cristina escribió que el papa Francisco e obsequió un símbolo de Santa Teresita. "Antes de pasar al comedor vuelve sobre sus pasos y me dice: "Tengo algo especial para usted y quiero que lo guarde". Me entrega una rosa blanca. “Es el símbolo de Santa Teresita, a la que siempre le rezo”. Es su santa preferida. Me recomienda una y otra vez que la conserve", detalló.

"Lo invité a que visite la Argentina, su país. Me habla de Malvinas, de la Patria Grande, de San Martín, de Bolívar… el Papa, se entiende?", agregó.

"Me habla de los jóvenes y me dice que hemos logrado algo que no se veía hace tiempo, que la juventud se interese por la política. Me pega en el corazón"

Revisa a continuación el texto completo:

Olivos, 7 de la mañana. Hace menos de 24 hs. llegamos de Roma. Recuerdo otro regreso. Con él, también de Roma, el 24 de abril de 2005, luego de asistir juntos a la asunción de Benedicto XVI. Cuánto tiempo. Cuántas cosas. Esta vez, en la Plaza de San Pedro, él no pudo sentarse a mi lado. Cuántos sentimientos en los últimos 15 días. 

El martes 5 en Caracas, acompañando al pueblo venezolano y a mi compañero y amigo Hugo Chavez, Florencia a mi lado me decía, ante la visión de esa marea humana conmovida “Tengo la sensación de estar dentro de una película”. No hija, no es ninguna película, es algo más definitivo y trascendente, es la Historia. La de los pueblos con sus alegrías y sus infinitos dolores. Por qué será que el dolor siempre parece durar más que la alegría? Será así para todos? Será que estoy más vieja? O será que siendo tan intenso el dolor hay momentos que parece eterno.

El lunes 18 llegué a Santa Marta, Vaticano. Me había invitado a almorzar el nuevo Papa. Un argentino en la silla de San Pedro. Que si estaba nerviosa? Para nada. Al contrario, al ingresar me invadió una tranquilidad perfecta y me sentí, por primera vez en ese lugar, más argentina que nunca. Llevaba un collar de perlas pequeñas, las más blancas que tengo. Las que me regaló Marta, la mamá de Rocío en ésta, su última Navidad. Quería que sus hijas y Chicho su esposo sintieran que también estaban. Cuando estoy con Francisco le digo que como Magafón, lo esperan batallas celestiales. Se le ilumina la cara y me dice riendo “Es mi libro preferido, me encanta Marechal”. Megafón o la Guerra, obra maestra de Leopoldo Marechal. Nave insignia de una generación. Un Papa muy lector como todo jesuita. Clásicos universales y clásicos argentinos. Porque además es un jesuita argentino. Antes de pasar al comedor vuelve sobre sus pasos y me dice: “Tengo algo especial para usted y quiero que lo guarde”. Me entrega una rosa blanca. “Es el símbolo de Santa Teresita, a la que siempre le rezo”. Es su santa preferida. Me recomienda una y otra vez que la conserve. Cuando nos sentamos a la mesa le digo: “Sabe una cosa el día que lo eligieron en el santoral era Santa Cristina de Persia, la Señora de los Imposibles. Me enteré por la radio, lo confirmé por google y lo leí en un diario. Se sorprende. (Zas, ya veo que Clarín en un rato titula: CFK le dijo al Papa que fue elegido gracias a ella…) Me agradece mucho que haya ido. Le pregunto si acaso pensó que no iba a venir. “Y uno nunca sabe” me contesta humilde. Tiene razón. Uno siempre tiene sensaciones que te las crean de afuera hacia adentro. Hay que insistir mucho y generar y dar de adentro de uno hacia afuera. Seguro que no te equivocás o por lo menos te equivocás menos. Lo invité a que visite la Argentina, su país. Me habla de Malvinas, de la Patria Grande, de San Martín, de Bolívar… el Papa, se entiende? Me habla de los jóvenes y me dice que hemos logrado algo que no se veía hace tiempo, que la juventud se interese por la política. Me pega en el corazón. Me habla de la trata de personas y el trabajo esclavo y le comento los avances logrados, aún falta mucho. Todo el compromiso. Luego de 2 hs de almuerzo y mate cocido (los saquitos los llevé yo) vamos hacia la salida. Insiste en acompañarme a la puerta para despedirse. Una mañana muy lluviosa y ventosa. Buen augurio. Ya saben que soy de las que creen en las señales.

Llego al hotel y me avisan que llamó Lito. Que quién es Lito? El párroco de Calafate, mi cura preferido. Lito dice que Sta Teresita del Niño Jesús, nombre completo de la santa de la rosa, es la patrona de Calafate y nombre de su parroquia. Por algo es cura. Creer o reventar. La llamo a Rocío y le digo si se dio cuenta que usé el collar que me había dado su mamá. Me dice que si, y me señala que almorzamos en Santa Marta, nombre de su mamá y lugar donde Chavez y Santos acordaron la paz con Néstor. No les dije, estoy vieja. Miro por la ventana y alguien me señala un enorme edificio frente al hotel romano donde siempre me alojo desde hace años. Es el de la orden de los jesuitas. En pocas horas partíamos una vez más hacia Argentina. La Patria.